Locura. (Simple, pero con corazón -creo-)

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The_JoKer
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Joined: 21 May 2006, 20:14

Locura. (Simple, pero con corazón -creo-)

Post by The_JoKer »

Llegaba tarde a casa como cada día, esperándola, oculta de la sociedad sé que ella venía a mí en cuanto tenía ocasión. Desnudándome de mis nombres y apariencias, de todo eso que no soy, me senté en el mismo sillón de cada tarde, había anochecido y apenas se oían los rumores de las gentes en la calle. Cerré los ojos. Ella llegó poco después, se sentó en mis rodillas, desnuda palpó mi pecho. “Hoy es el gran día”, me dijo.
La conocí una tarde de primavera cuando volvía de nuevo solo a casa, ella rozó mis labios y me hizo estremecer con sus tiernas palabras, embrujándome con las artes más vilmente hermosas. Me seducía cada noche con su voz y me hacía cambiar, ser yo. Ella era la única que amaba lo más anclado en mi corazón, la única que me quería por ser quien soy. Pero sus múltiples perfecciones se tornaban defectos a la luz del día, por eso permanecía oculta y escondida, tan solo quería visitarme a solas.
La tarde en que la conocí me queda borrosa hoy, hace tanto tiempo. Susurré al aire y me respondió, así fue como la conocí. Hacía días que sentía su presencia, pero nunca había osado hablarle hasta esa tarde.

-¿Quién eres? – Le murmuré.
- La voz de tu silencio. – Respondió ella.

No dije nada más, pero seguimos hablando toda la noche, y por la mañana, creí conocerla de toda una vida. Incluso me conocía más de mi mismo, al amanecer.
Me visitaba a menudo, pero no cada día, como ahora, y siempre aparecía de la misma manera, al principio, yo hacía una pregunta, y ella la respondía.
Poco a poco empezó a venir a verme sin que preguntara yo nada, y el vínculo afectivo que nos unía se fortificaba más con el tiempo.

-¿Qué es poesía? – Le murmuré un día, mientras hojeaba un cuaderno.
-Poesía somos tú y yo- Me dijo ella.

Conocía tantas respuestas que yo jamás hubiera podido encontrar. Y sin embargo desconocía tantas cosas del mundo, era como una niña pequeña.. Y juntos desconocíamos tanto y tanto…
Poco a poco me llené de ella, y ella se llenó de mí, y nos convertimos uno. Complementábamos nuestra voz con el silencio, nos empezamos a ver más y más a menudo… Y yo me pasaba las horas muerto en casa, sólo para hablar con ella. Y pasamos así un año entero, de nuevo la primavera, yo seguía profundamente… enamorado de ella.
Y empecé a quedar confuso de todo, ya no comprendía la realidad, sólo la comprendía a ella, sólo sus caricias, sólo ella conseguía hacerme feliz. Me miraba al espejo y ni siquiera me reconocía. Pero yo la amaba, ella era mi otro yo, mi razón de ser.
Empecé a perder la cordura y me señalaban por las calles, empecé a cambiar, no me importaba nada, nada más que ella, que ella y el mundo al que me había abierto las puertas. Ella era todo lo que tenía, pero no quería nada más.

-¿Qué es amor? – Murmuré.
-Amor son dos caras en un mismo espejo. –Me respondió.

Comprendí que ella me amaba cuando me pidió que la abandonara, que la dejara lejos, lejos. Que tenía que rehacer mi vida, volver a trabajar, a salir y a gozar de la vida que me tocaba vivir. Obedecí y me distancié de ella. Pero nada era igual, ya nada era como antes, nada… Las calles eran frías, la gente me parecía hipócrita, falsa, superficial. Nada tenía dos caras como ella, nada tenía dos puntos de vista, nada era tanto en tan poco, no conseguí acostumbrarme.
La busqué, la busqué desesperadamente, por todos los rincones. Pero no conseguí encontrarla, empezaba a desesperarme.. y aquel desagrado hacia la gente y el mundo, se volvió odio…. Ese odio, se volvió rabia…. Esa rabia se volvió ira… Eso me condujo a ella.
La reencontré una noche, mientras tenía pensado apretar el gatillo de una pistola que apuntaba a mi cabeza... Es en ese momento cuando comprendes lo que estás haciendo con tu vida, y lo que debes hacer, por eso la encontré, porque yo vivo por ella… Ella es mi sino, mi destino.
Y viví con ella hasta el emocionante día, ese gran día que ella tanto esperaba.

Sí, hoy era el gran día, repitió mi mente. Hoy.
Sentí su aroma y eso me llenó de ciego coraje. Cogí la misma pistola que ella había frenado, la misma que tenía que haber sido mi condena. Y salí a la calle.
Había una cola enorme frente al teatro. La miré, era perfecta.
Cogí su mano y apunté a la cabeza de un niño. Disparé, sus sesos volaron. Ella me sonreía. Hice lo mismo con una anciana, los gritos empezaron a ponerme nervioso, la gente corría a mi alrededor y yo seguía disparando, y entre ellos, me deleitaba con su risa, sus jadeos, estaba excitada. Seguí asesinando sin miramiento alguno y a lo lejos oía ya las sirenas de los coches de policía. Quise huir, pero ella me retuvo, me hacía seguir disparando, seguir matando sin mirar atrás. Hasta que sentí un golpe en mis piernas y mi espalda, el coche de policía yacía sobre mi amada, nos habían atropellado. A ambos. Me arrastré con las piernas rotas a ella y la miré a los ojos. Empecé a disparar a los policías que se acercaban. Ella estaba muriendo, agonizante, me miraba a los ojos y yo seguía disparando. Oí gritar a un agente.
-¡Detened a ese loco!...
Me habían llamado loco...
Me dejé caer al suelo, ella entornaba los ojos, moribunda…

-¿Loco? ¿Qué es locura? – Preguntó ella.
-Locura eres tú. – Respondí al aire.


(Bueno, aquí está, creo que no es nada del otro mundo.... En fin...)
sari84

Post by sari84 »

The_JoKer wrote:Llegaba tarde a casa como cada día, esperándola, oculta de la sociedad sé que ella venía a mí en cuanto tenía ocasión. Desnudándome de mis nombres y apariencias, de todo eso que no soy, me senté en el mismo sillón de cada tarde, había anochecido y apenas se oían los rumores de las gentes en la calle. Cerré los ojos. Ella llegó poco después, se sentó en mis rodillas, desnuda palpó mi pecho. “Hoy es el gran día”, me dijo.
La conocí una tarde de primavera cuando volvía de nuevo solo a casa, ella rozó mis labios y me hizo estremecer con sus tiernas palabras, embrujándome con las artes más vilmente hermosas. Me seducía cada noche con su voz y me hacía cambiar, ser yo. Ella era la única que amaba lo más anclado en mi corazón, la única que me quería por ser quien soy. Pero sus múltiples perfecciones se tornaban defectos a la luz del día, por eso permanecía oculta y escondida, tan solo quería visitarme a solas.
La tarde en que la conocí me queda borrosa hoy, hace tanto tiempo. Susurré al aire y me respondió, así fue como la conocí. Hacía días que sentía su presencia, pero nunca había osado hablarle hasta esa tarde.

-¿Quién eres? – Le murmuré.
- La voz de tu silencio. – Respondió ella.

No dije nada más, pero seguimos hablando toda la noche, y por la mañana, creí conocerla de toda una vida. Incluso me conocía más de mi mismo, al amanecer.
Me visitaba a menudo, pero no cada día, como ahora, y siempre aparecía de la misma manera, al principio, yo hacía una pregunta, y ella la respondía.
Poco a poco empezó a venir a verme sin que preguntara yo nada, y el vínculo afectivo que nos unía se fortificaba más con el tiempo.

-¿Qué es poesía? – Le murmuré un día, mientras hojeaba un cuaderno.
-Poesía somos tú y yo- Me dijo ella.

Conocía tantas respuestas que yo jamás hubiera podido encontrar. Y sin embargo desconocía tantas cosas del mundo, era como una niña pequeña.. Y juntos desconocíamos tanto y tanto…
Poco a poco me llené de ella, y ella se llenó de mí, y nos convertimos uno. Complementábamos nuestra voz con el silencio, nos empezamos a ver más y más a menudo… Y yo me pasaba las horas muerto en casa, sólo para hablar con ella. Y pasamos así un año entero, de nuevo la primavera, yo seguía profundamente… enamorado de ella.
Y empecé a quedar confuso de todo, ya no comprendía la realidad, sólo la comprendía a ella, sólo sus caricias, sólo ella conseguía hacerme feliz. Me miraba al espejo y ni siquiera me reconocía. Pero yo la amaba, ella era mi otro yo, mi razón de ser.
Empecé a perder la cordura y me señalaban por las calles, empecé a cambiar, no me importaba nada, nada más que ella, que ella y el mundo al que me había abierto las puertas. Ella era todo lo que tenía, pero no quería nada más.

-¿Qué es amor? – Murmuré.
-Amor son dos caras en un mismo espejo. –Me respondió.

Comprendí que ella me amaba cuando me pidió que la abandonara, que la dejara lejos, lejos. Que tenía que rehacer mi vida, volver a trabajar, a salir y a gozar de la vida que me tocaba vivir. Obedecí y me distancié de ella. Pero nada era igual, ya nada era como antes, nada… Las calles eran frías, la gente me parecía hipócrita, falsa, superficial. Nada tenía dos caras como ella, nada tenía dos puntos de vista, nada era tanto en tan poco, no conseguí acostumbrarme.
La busqué, la busqué desesperadamente, por todos los rincones. Pero no conseguí encontrarla, empezaba a desesperarme.. y aquel desagrado hacia la gente y el mundo, se volvió odio…. Ese odio, se volvió rabia…. Esa rabia se volvió ira… Eso me condujo a ella.
La reencontré una noche, mientras tenía pensado apretar el gatillo de una pistola que apuntaba a mi cabeza... Es en ese momento cuando comprendes lo que estás haciendo con tu vida, y lo que debes hacer, por eso la encontré, porque yo vivo por ella… Ella es mi sino, mi destino.
Y viví con ella hasta el emocionante día, ese gran día que ella tanto esperaba.

Sí, hoy era el gran día, repitió mi mente. Hoy.
Sentí su aroma y eso me llenó de ciego coraje. Cogí la misma pistola que ella había frenado, la misma que tenía que haber sido mi condena. Y salí a la calle.
Había una cola enorme frente al teatro. La miré, era perfecta.
Cogí su mano y apunté a la cabeza de un niño. Disparé, sus sesos volaron. Ella me sonreía. Hice lo mismo con una anciana, los gritos empezaron a ponerme nervioso, la gente corría a mi alrededor y yo seguía disparando, y entre ellos, me deleitaba con su risa, sus jadeos, estaba excitada. Seguí asesinando sin miramiento alguno y a lo lejos oía ya las sirenas de los coches de policía. Quise huir, pero ella me retuvo, me hacía seguir disparando, seguir matando sin mirar atrás. Hasta que sentí un golpe en mis piernas y mi espalda, el coche de policía yacía sobre mi amada, nos habían atropellado. A ambos. Me arrastré con las piernas rotas a ella y la miré a los ojos. Empecé a disparar a los policías que se acercaban. Ella estaba muriendo, agonizante, me miraba a los ojos y yo seguía disparando. Oí gritar a un agente.
-¡Detened a ese loco!...
Me habían llamado loco...
Me dejé caer al suelo, ella entornaba los ojos, moribunda…

-¿Loco? ¿Qué es locura? – Preguntó ella.
-Locura eres tú. – Respondí al aire.
joder ma gustao mogollon en serio

(Bueno, aquí está, creo que no es nada del otro mundo.... En fin...)
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