NECESITO AYUDARRR

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mikeltxo
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NECESITO AYUDARRR

Post by mikeltxo »

Se ke esto esta fuera de lugar aki (y k una ke me se yo me va a dar un tiron de orejas jejeje) pero es una buena causa, es un relato ke kiero presentar a un concurso y me gustaría saber ke opinais de el, vale? cualkier opinion se agradecería un monton

[b]PROMESAS DE LA NOCHE


Ya no recordaba cuanto había soñado con aquel día, pero finalmente había llegado a aquella solitaria cima en medio de ninguna parte.
El anaranjado cielo anunciaba el final del día y el esfuerzo que había realizado había sido poco menos que sobrehumano, pero había valido la pena.
Su cuerpo no aguanto más y se dejo caer sobre la caliente tierra, sin tener fuerzas para mover músculo alguno. Su cabeza, mirando a un cielo cada vez mas oscuro, empezó a vagar por sus recuerdos y así encontrar el motivo de aquel extraño viaje.
La verdad es que encontrarse a miles de kilómetros de distancia de su hogar podía resultar cuanto menos extraño. Teniendo en cuenta que había viajado a mitad de un desierto, para después, tras buscar durante horas la montaña mas grande que pudo encontrar, escalarla.
Pero poca gente entendía que tras esa reacción irracional, se encontraba el gesto de amor mas grande que jamás realizaría en el resto de su vida.
Ese extraño viaje llevaba años circulando por su imaginación, aunque hasta hace unas semanas no estaba solo en tan descabellada idea. Ese fue su plan maestro desde que se conocieran hace ya tantos años.

Dos decadas habían pasado desde que ella le tirara de los pelos y el se chivara de esa vil ofensa a la profesora. Llorando fue hasta ella, diciendo que aquella chiquilla morena con tantas pecas le había hecho daño.
Ese fue el inicio de una amistad que había durado tanto tiempo y que se había interrumpido de una forma tan absurda.
Hecho su mirada atrás y una sonrisa se apoderó de su boca, al recordar las travesuras que se les ocurria dia tras día. Eran dos huracanes a la que todo el pueblo temía, y querían. Siempre decían que acabarían juntos, pero tal vez, para llevar la contraria al mundo entero una vez mas, jamas fueron amantes. No tuvieron una cita formal, ni bailaron agarrados bajo la luz de una blanca luna o se dijeran palabras enamoradas las noches estrelladas. Aun así, sabía que nunca querría a alguien como la había querido a ella.
Sus ojos jamas le dijeron mentira alguna y siempre le entendieron cuando sentía que el mundo se le venía encima. Ella se convertía en su confesor día tras día, cuando necesitaba limpiar sus pecados. Nunca le hizo mal gesto alguno ni criticó ninguna de sus conductas. Pero a su vez, nunca se cayó ninguna de sus opiniones, aunque mas de una le creara un intenso dolor. No importaba, siempre era sanado por un abrazo o una dulce sonrisa.
Ahora, mientras estaba tirado en aquella caliente tierra tostada por el duro sol del desierto, entendió porque existió un vinculo tan fuerte entre ellos. Sin quererlo él había devuelto cada uno de sus los consejos o cada uno de sus abrazos.
Siempre fueron almas gemelas.
Mientras las primeras estrellas daban muestras de existencia en el cielo, su mente volvió a dar otro salto a una triste tarde de Septiembre.
Él había decidido correr tras su sueño, quería ser pintor. Pero el dolor que le causaba eran indescriptible, ya que para ello debía irse lejos, demasiado lejos de ella.
Aunque intentaba hacer acallar su vocación, esta le consumía poco a poco. Y Ella lo sabía, dios si lo sabía, lo conocía mejor que se conocía a si mismo. Si él perdía esa oportunidad jamás podría perdonárselo. Por todo ello fue ella la que le obligó a dar aquel paso.
Esa triste tarde de septiembre se prometieron algo. Visitar el sitio mas pacifico del mundo y cuando estarían allí chillar a todo pulmón, para que todo el mundo les pudiera oír. Romper la triste soledad del silencio con las risas de la amistad, ese fue su estúpida promesa.
Para sellar tan solemne pacto cada uno de ellos hizo una pulsera para el otro, con la promesa que no se las quitarían jamás en esta vida. Un pacto que fue cumplido hasta el final.
Así transcurrieron los años y cada uno de ellos siguió con su vida. Él, poco a poco fue haciendose un hueco en el mundo de la pintura, ella encontró a Roberto.
La verdad es que la noticia le causó gran sorpresa y para que negarlo, celos. Dentro de él siempre quedaría aquel niño que pensó que jamás se separarían, que ella sería solo suya.
Aunque cada dos meses procuraba viajar y visitarla, esta vez la espera se le hizo eterna. La verdad era que mientras el autobús le llevaba de regreso al hogar no se paraba de imaginar como era él. Como era el hombre que había conquistado el corazón de su tan querida amiga.
Al llegar ahí la encontró, tal como siempre la había encontrado. Su sonrisa inconfundible y aquellos ojos tan llenos de vida que durante los diecinueve años apenas habían cambiado. A su lado estaba él. Era un joven moreno, guapo y unos diez centímetros mas alto que ella
Se acercó a la pareja, mientras se fijaba en aquel usurpador de tesoros que le había arrebatado el único corazón que había querido. En sus ojos esperó ver reflejado a un ladrón pero no fue así, sus dos pupilas azules solo podían reflejar una honestidad total.
Tras darle el abrazo mas fuerte que recordaba a su fiel compañera, esta realizo las presentaciones. Cuando su mano se apretó con la del joven, notó una sensación de plena admiración hacia él. Desde aquel momento supo que aquella era una persona a la que jamás podría odiar.
Como era costumbre en él raramente se equivocaba al juzgar a las personas, tras apenas veinte minutos de conocerle entendió porque había caído en sus cálidos brazos, simplemente era encantador.
Pasada media hora se despidió cordialmente de él y con un cálido beso de ella. Así fue como los dos viejos confesores volvieron a estar solos, otras vez eran simplemente ellos.
Aun así el vió que algo había cambiado, ella realmente estaba tremendamente enamorada de aquel apuesto joven que se acababa de marchar. Eso le alegró.
Hablaron durante horas, sobre sus vidas y sus cambios. Pero ante todo hablaron de su plan maestro, al fin aquel sueño loco de adolescentes por fin sería llevado a cabo.
Así pasaron los dos días que estuvieron juntos, a ratos Roberto les acompañaba pero sabía que su amada necesitaba a aquel joven a solas, fue entonces cuando las palabras que un día ella le dijo cobraron sentido.
“Él es mi alma gemela”.
La verdad y en contra de lo que la gente puede pensar, Roberto jamás se sentó intimidado por su presencia, sino mas bien todo lo contrario. Él se había enamorado de esa joven por tal como era y parte de eso era gracias a él, a su fiel amigo.
Admiraba sinceramente a ese joven.
Tras cuarenta y ocho horas juntos, que como siempre se hicieron demasiado cortas, se prometieron que en menos de seis meses estarían camino de aquel desierto que necesitaba de sus corazones.
Cada dos meses sus planes se iban haciendo más y más claros ya nada los podía parar, todo estaba decidido. Pero cada una de sus visitas le sirvió para otra cosa, conocer mejor al que cruelmente había tachado de ladrón, y avergonzarse de lo dicho. Roberto era simplemente encantador, y así entendió el amor loco de su compañera.
Cada mas tiempo que pasaba junto a él mas cariño le cogía. Se desvivía por su amada, mientras que a él lo trataba como un viejo amigo, en cierto modo lo era, ya que sabía toda su historia al dedillo.
En verdad no le importaba que ambos pasaran mucho tiempo en su ausencia. Incluso le entusiasmo la idea que, aun habiendo pasado tanto tiempo, no hubiesen olvidado aquella promesa. Tras un sentimiento de respeto mutuo trascurrió el tiempo.
Hasta aquel olvidable día en el que todos los sueños de dos locos adolescentes se estrellararon contra la dura realidad.
Mientras viajaba como tantas veces en aquel autobús miró a los dos pasajes de avión que les conduciría a su sueño.
Sin quererlo sus ojos se desviaron a su muñeca y observo aquella vieja pulsera que tantos años le había acompañado. Estaba descolorida y había necesitado mas de un arreglo pero ahí continuaba, aquella era la prueba de su promesa.
Llegó a la misma hora que siempre, pero esta vez nadie le estaba esperando a su llegada, aquello le extrañó, durante años ella nunca le había fallado. En ese momento supo que algo realmente malo había ocurrido, se lo decía su corazón, pero aun así su cabeza le instó a esperar.
Espero durante mas de una hora hasta que finalmente opto por llamarla a casa. Aquella fue sin duda la llamada mas dura de toda su vida. La madre de ella entre sollozos le dijo que le había abandonado, que su vida se había esfumado y que ya nada había que hacer.
Un maldito accidente de trafico tuvo la culpa. Había sobrevivido pero su estado era crítico y los medicos habían dicho que jamas despertaría de aquel sueño.
Aun así corrió hasta el hospital como alma que lleva el diablo, la odiaba, ella no tenía derecho a abandonarlo sin despedirse.
Cuando llegó la estampa era de lo mas triste, sus padres y Roberto estaban allí. Sus rostros estaban totalmente descompuestos por el dolor y al verle llegar, su madre rompió en llanto. Su padre se la llevó fuera mientras Roberto, seguía sus pasos.
Al pasar junto a él poso su mano en su hombro y pudo sentir todo el dolor de aquel joven que había intentado quererla tanto como la quería él.
Una vez solos, por primera vez la miró. Estaba postrada en aquella horrible cama, con cables saliéndole por todo el cuerpo. Al situarse a su lado la pena pudo con él y cayo de rodilla,s apoyando su cara contra la mano de ella. Abatido rompió en un sordo llanto mientras pensaba lo cruel que era el destino, que no se merecían esto.
Entonces notó su mano, su mano se estaba moviendo, intentaba acariciarle y así sentirle una vez mas. Al levantar su cabeza pudo ver como ella abría lentamente sus ojos. Por ultima vez, abrir aquellos ojos negros que siempre le habían cautivado. Sus labios empezaron a moverse, más ninguna palabra surgían de ellos. Aun así, él logro entender lo que le decía. Aquellas palabras que no estaban destinadas a oirse, sino a sentirse.
“ Lo siento, nuestro sueño ahora es solo tuyo, Adios”
Tras esto cerró los ojos por ultima vez para ya nunca más despertar. Su vida se apagó en aquel mismo momento, estaba esperando a despedirse de él.
Ahora sabía que podía dejar este mundo en paz.
Cuando sus padres y Roberto volvieron a entrar en aquella triste habitación vieron al joven arrodillado frente a la cama. Su mirada estaba ausente, mirando a través de la ventana un viejo roble cuyas hojas estaban ya en su mayoría en el suelo, a pesar de ser aún verano.
- Se ha ido.- Dijo con una voz rota de dolor.

De eso había pasado ya mas de un mes. A pesar de que casi todo el mundo le instaba a que no iria, el quiso cumplir la promesa.
Ese era el motivo por el que un joven se encontraba ahora mismo totalmente exhausto en la cima de la montaña mas alta que pudo encontrar.
Se medio incorporó hasta conseguir sentarse, a pesar de que su cuerpo se resintiera por el esfuerzo realizado. Metió su mano en uno de sus polvorientos bolsillos y sacó las dos pulseras que tantos años les habían acompañado. Aquellos trozos de hilo que tanto significado había tenido para ellos. Durante unos segundos las sostuvo delante de sus ojos y estuvo tentado a romper a llorar, pero no lo hizo. Se había prometido no hacerlo, ella lo hubiese querido así, porque ese tenía que ser un momento feliz en sus vidas y ninguna lagrima podía empañarlo. En vez de eso, cerró fuertemente el puño con las pulseras dentro del mismo y así, intentar recuperar el valor.
Su vista se volvió a perder en el infinito cielo, para comprobar que aquella era una noche totalmente despejada. Las estrellas brillaban mirase donde mirase, haciendo que todo pareciese poco menos que mágico. Aun después de corroborar la belleza que le rodeaba, presintió que algo faltaba en aquella espléndida vista, algo hacía que no fuese perfecta. Al fin, tras pasar mas de un minuto observando anonadado aquel magnifico firmamento cayó en la cuenta cual era el error, faltaba la luna.
Una sonrisa se dibujó en aquel mismo instante en su rostro, aquella era su última travesura. Ella sabía que esa noche haría realidad su promesa y para celebrarlo no había pensado otra cosa que esconderle la luna. Se la imaginaba destornillándose de risa, mientras él buscaba la esfera blanca por todo el cielo, con la palabra tonto tatuada en su frente.
Con ese pensamiento aún fresco en su memoria, rió. De su boca salió la carcajada mas alta que sus cuerdas vocales le permitieron realizar. Su risa sonó como un rugido, para así, despertar una tierra que había permanecido demasiado tiempo bajo el yugo de un triste silencio.
Chilló y chilló, hasta que su garganta no dio más de sí. Finalmente el cansancio volvió hacer mella en su frágil cuerpo y se volvió a dejar caer sobre el suelo. Empezó a notar sus mejillas humedas, y aunque se había prometido no llorar, no pudo mantener el llanto. Su dolorida garganta solo podía producir un leve gorgoteo, mientras notaba que se estaba muriendo de golpe. Allí en mitad de ninguna parte su corazón se acababa de hacer totalmente añicos y ya nada podía hacer para solucionarlo. Había decidido dejarse morir allí mismo.
A su espalda se escuchó un ruido, unos pasos se fueron acercando lentamente por detrás de él. Cuando la figura llegó a su lado se agachó junto a él y uso sus fuertes manos para incorporar al joven. Este totalmente ciego bajo su propio llorar tardó un momento en distinguir a aquella persona que le había levantado de su tumba.
Cuando al fín se enjuagó las lagrimas vió que era Roberto. El que fuera el novio de su mejor amiga quiso acompañarlo en tal triste viaje y no dejarle solo. El había estado detrás de él, en silencio viendo como cumplia aquella promesa.
Ahora se encontraba frente a él, no dijo una sola palabra simplemente le abrazó. Y allí de rodillas, encima de aquella montaña, los dos hombres lloraron hasta que sus corazones se quedaron vacíos y ninguna lagrima quedó en sus ojos.
- Es hora de dejarla marchar.- Dijo con la voz quebrada Roberto, mientras ayudaba a su compañero a levantarse.
Él le miró y asintió. Roberto intentó esbozar una sonrisa aunque no lo consiguió, aun así se lo agradeció. Miró por última vez al cielo y él si consiguió dedicarla una última sonrisa.
- Hasta que nos volvamos a ver, amiga.
Abrió su puño y dejo que las dos pulseras volaran bajo la leve brisa y se perdiesen bajo la oscuridad de la noche.
[/b]
Papa cuentame otra vez esa historia tan bonita, de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia. Y cuyo fusil ya nadie se atrevió a empuñar de nuevo y como desde aquel día todo parece mas feo.
Yo

Post by Yo »

Tengo q decir q al principio me ha parecido mucho q leer,xo merece la pena,te lo aseguro,si se me han saltado hasta las lágrimas!!,todavía tengo la piel de gallina!!. La historia es muy bonita y a mi entender está bien redactado. De verdad q me he quedado...........pff,anonadada,está genial,en serio.......... :wink:



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"Lo más terrible de la inmortalidad es que acaba con la posibilidad de que la benevolencia del recuerdo borre lo peor de nosotros"
capsira
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Post by capsira »

jolin. si no fuese tan fria ara mismo estaria llorando a puchero limpio.
xq en estas historias siempre nos vemos reflejados? claro q en mi caso es la rebes, es el el q encuentra a la chica y soy yo la q le tiene q poner wena cara, aunqe yo aya sido la q a estado siempre a su lado, pero en fin...
muy bonito
y q le importa a nadie como esta mi alma!!! mas triste q el silencio, mas sola q la luna. y q importa ser poeta o ser basura
inadaptat
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Post by inadaptat »

cojonudo, da k pensar... :wink:
Sota l'aigua no hi ha peles ni banderes ni nacions... El silenci que m'envolta és la solfa que em fa viure.. viure i ser lliure... lliure...

Esto empieza a ser un laberinto... Donde está la salida??

http://grisfredmetropolita.blogspot.com/
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