una kanción de Ismael Serrano

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x el momento anónimo

una kanción de Ismael Serrano

Post by x el momento anónimo »

Hay una kanción del gran Ismael Serrano ke me enkantó nada más eskucharla xk m pareció diferente a todo lo ke se había oído. Se me okurrió hacer un relato basado en ella xa destrozarla un pokito, jeje :D . Akí os lo dejo, es la primera vez ke alguien lo lee, así ke me gustaría ke me dijeseis sinceramente vuestra opinión, aunke sé ke es un poko koñazo leerse todas estas páginas, xo en fin... Y a todos akellos ke les guste Ismael como a mí, perdón x la osadía d hacer algo así. Muxas gracias a todos, y diskulpen las molestias. Besines.


LA HUÍDA
Se enamoró de esa fotografía nada más verla impresa en las ligeras hojas de una revista de viajes. Desde entonces adornaba las paredes blancas de su habitación, abriéndose paso entre las poesías, los cuadros y los pósters de grupos de rock.
Podía perderse en ella mientras la miraba. El ancho y verde mar que se abría ante sí, sin principio ni fin, abarcando todo, los rocosos acantilados en lo que se rompían las olas dejando un húmedo recuerdo de su anterior existencia, el sol anaranjado que parecía estar fuera de las dos dimensiones de aquel papel. Su mundo real desaparecía, el olor a sal la invadía en oleadas y, a menudo, sentía en sus piernas desnudas, frías gotas de las olas que se estrellaban contra las rocas en las que ella se encontraba ahora.
Ese día sus nervios no la dejaban moverse. Miró el reloj de nuevo y pensó que ya era la hora. Se miró en el espejo respirando profundamente, echó sobre sus hombros la chaqueta azul del uniforme del colegio y salió de la habitación estrechando la carpeta contra su pecho.
La cerradura dorada se resistía ante su tembloroso pulso. Ese era el día más importante de su vida, todo tenía que salir bien. ¡Todo!
Cuando consiguió llegar a la acera le encontró esperando en la puerta de su casa, tan nervioso como ella.
- ¿Llevas mucho tiempo esperando?
- No, bueno... he llegado hace poco.
- Lo siento, no me he dado cuenta de la hora.
No quiere reconocer que lleva treinta minutos mirando su muñeca y animando a que las manecillas del reloj se movieran con mayor rapidez. Sonríe y su sonrisa es correspondida. Él la agarra de la mano y la conduce hasta el coche. El Fíat de su padre es pequeño y blanco, pero su asiento delantero es grande y parece cómodo.
Mientras introduce la llave le indica cómo debe ponerse el cinturón. Cuando el coche arranca las manos del chico se aferran fuertemente al volante. Las de ella aprietan contra su pecho la carpeta hasta que las yemas de sus dedos pierden el color.


Tenía quince años y nunca había visto el mar. Él la había sorprendido tantas veces perdida en la foto de su habitación, con los ojos húmedos de no pestañear, con la esperanza reflejada en su sonrisa, que le prometió llevarla algún día. Y ese era el día de su huída. En el interior del coche sólo ellos dos. En el maletero un millón de ilusiones. En el exterior, un mundo aparte.
- ¿Estás seguro de que puedes conducir hasta allí?
- En un año tendré el carné y he practicado mucho.
- Pero no sabes el camino.
- Tranquila, ¿vale? He ido miles de veces.
Él le acaricia la mejilla y sus temores desaparecen. Sabe que todo tiene que salir bien. Mira a través del sucio cristal delantero y comprueba que Madrid se ha quedado atrás. Ahora inmensos campos sembrados los rodean con sus suaves colores.
Ella sonríe feliz y nota una lágrima caliente resbalando por su rostro, poco a poco, hasta caer sobre su falda de tablas gris marengo.
- Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?
- Será... Será que soy feliz.
Pronto se les echa encima el sueño y la noche les sorprende. “Paro y nos dormimos” había dicho él, y se lamentaron juntos de no haber salido antes de Madrid. Fuera quedaba el frío y la oscura noche.
La observaba mientras dormía apoyada en el asiento, dentro del coche a un lado de la carretera. Todo lo había hecho por ella. Sabía lo que les podía pasar, pero ella tenía que ver el mar. Tenía que conseguirlo. Y mientras contempla sus párpados cerrados y su pecho que sube y baja al compás de su respiración, el sueño va sellando sus ojos.


No fue el olor a sal lo que les despertó de madrugada, ni el calor del sol en sus frentes. Una voz de hombre frita fuera del Fíat. Asustado, abre la ventanilla despacio y pregunta qué quieren entreabriendo los ojos. Carné y papeles. Sólo piden eso: su carné y los papeles del coche.
De camino al cuartelillo en el coche verde se esfuman las ilusiones, se quiebran las imágenes de las olas rompiéndose contra las rocas.
Se separan dos vidas entre broncas y fritos, los padres les prohibieron las salidas y ellos poco a poco olvidaron aquella huída. Nunca más se volvieron a ver.


En el interior del Mercedes suenan las notas de una canción antigua. Ella apoya la foto del mar sobre su falda de seda negra. Está doblada y rota en una esquina, pero es su único recuerdo adolescente y su única manera de ver el mar.
A su lado, su marido conduce con la mirada fija en la carretera. Le mira y siente rabia. Ahora es una mujer de treinta años con una casa en un barrio residencial, con vestidos de Arman, caprichos y lujos. Una mujer de treinta años que aún no ha visto el mar.
Encontró la foto hace dos meses, una tarde de verano en la que visitó a sus padres y su madre le pidió que tirase las cosas de unos viejos baúles. Entonces se lo dijo a su marido.
Y ahora está ahí, camino de Valencia, y sin quererlo nota que se va haciendo cada vez más pequeña, más vulnerable.
- Nunca me habías dicho que no habías visto el mar.
- Una vez estuve a punto.
- ¿Y por qué no lo hiciste?
- No sé, no lo recuerdo bien.
Mira a su alrededor y comprueba que han dejado atrás Madrid. Ahora les envuelve un paisaje de campos sembrados con colores claros. Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huída cuando aún no sabía mentir.
En su mente se dibujan los ojos de aquel chico en esa misma carretera, cuando la noche les sorprendió en el camino. Nota una lágrima resbalando por su rostro hasta caer en su falda, pero esta vez no sonríe. ¿Por qué no salió bien?
Su marido la mira extrañado, con esa expresión de hombre cansado de todo, a quien ya nada puede sorprender. Vuelve a fijar sus ojos en el asfalto y pregunta tierno.
- Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?
- Será... Será que soy feliz.
Los años le han enseñado a mentir.


en las molestias. Besines.
Soma.

Post by Soma. »

Me has recordado viejos momento con x persona. Que bonita es la puñetera canción, jo. En fin, me gusta la hisoria, trasladas la canción a tu imaginación, eso es bonito.

Besines.
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madelein
fitipaldi avezado
fitipaldi avezado
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Joined: 21 Sep 2003, 20:49

Post by madelein »

Madre mía, muchas gracias. Es genial. Me encanta esta canción y estoy casi llorando. has sabido expresarlo muy bien. enhorabuena.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre
Spyridon

Post by Spyridon »

Bueno pues es la primera vez q voy a escribir aqui...llevo mucho tiempo como "fiti-oyente" (se me permite la expresion? :lol: ) y bueno tocando temas de Ismael Serrano ya me toca descubrirme.

Esa cancion no es una de mis favoritas pero es justo decir q bonita es un rato. No se si sabreis q está basada en una historia real q Ismael leyo en un periodico, le llamo la atencion, le aplico su talento y he ahi el resultado. (ya no vale deicr q esas cosas solo pasan en las pelis y en las cacniones eh?? XDXDXD)

Pues ya poco más q añadir... una historia preciosa y además bien contada (yo una vez intente hacer lo mismo para luego contarla en una actuación pero no me salió asiq no veais los dientes largos q se me han puesto...)

Venga compis, a perseguir sueños...
Patri_
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Joined: 24 Jan 2005, 02:19

Post by Patri_ »

muy bonita la canción,y muy bonita también la historia, me ha gustado bastante la verdad :wink:
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido
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