Me da mucha pereza seguir, pero no puedo evitarlo y cuando la necesidad supera al deseo se hace inevitable el regreso en este caso a analizar la siguiente canción de la lista:
En la calle
Pero no, renuncio a la ortodoxia, y si esa ortodoxia además es la creada única y exclusivamente por mí entonces la renuncia es más placentera y justificada ya que una de las pocas máximas que me aplico en mi existencia es la lucha contra toda ortodoxia (sobre todo la externa) para buscar dentro de ella su necesaria heterodoxia o heregía.
Así pues, me salto esa canción (porque hablar de ella es hablar de Joe Strummer, de "Más de 100 lobos", y su estrecha relación y colaboración con los Cero, y aún no he logrado ordenar toda la información obtenida y sobre todo el uso de la misma me desborda por lo que debo aceptar que aún no es el momento de enfrentarme a tan colosal gigante o molino de viento) Decía que me salto esa canción y me concentro en la siguiente y a punto he estado nuevamente de desistir porque la siguiente ni más ni menos es:
Cómo acaban los sueños
Existen ciertas canciones que la primera vez que las escuchas sientes que "algo" ha trascendido a la propia canción, y ese "traspaso de los límites de la experiencia posible" te hacen ser consciente de que esa canción no te abandonará nunca ya que con sólo una audición de la misma ya la consideras todo un clásico porque dispones de infinitas audiciones más para quizás alcanzar (o al menos seguir intentándolo, seguir buscando) descifrar el porqué de aquella trascendencia tan singular y en cierto modo extraña. Otras canciones necesitan más tiempo porque al principio sólo encuentras en ellas lo que andabas buscando, y éso no es poco sino todo lo contrario, un motivo inmenso de satisfacción, un deleite para la mente y los oídos... ¿qué más se puede pedir? Quizás, si fuera posible, la "trascendencia" anterior de la que hablaba. Y desde luego,
"Cómo acaban los sueños" en mi caso se aproxima bastante a ese ideal sólo superado por
"La Torre de la Vela" de la que mejor no digo nada y me espero a que le llegue su turno
En fin, último disco en estudio ,
Todo lo que vendrá después, y última canción del disco,
Cómo acaban los sueños Y la encantadora y necesaria burla consiste en constatar fielmente los hechos objetivos y reconocer que "todo lo que vino después", ese imposible recuerdo del final de un sueño, fue la separación del grupo regalándonos al menos su "Último concierto" pero sin poder evitar el trauma o impacto causado por ese final del sueño que ya jamás podré realmente conocer. ¿Realmente? ¿Acaso eso importa? ¿No existe otro conocimiento más poderoso llamado imaginación?
-Cómo acaban los sueños-
Le robé a las sombras unos gramos de oscuridad
y a la multitud pedí prestado un poco más de soledad.
Al grito le pedí silencio, y calma a la ciudad,
llamando por su nombre al sueño, éste no tardó en llegar.(I)
Había diecisiete espejos rotos encima de un altar
reflejando esa parte de nosotros que intentamos ocultar.
Había un mapa imaginario, un libro sin firmar,
el camino estaba ya trazado y algo nos impedía andar.(II)
No puedo recordar jamás cómo acaban los sueños,
después de despertar se desvanecen y los pierdo.
No puedo recordar,
no puedo recordar jamás los sueños,
los sueños...
cómo acaban los sueños.
De ceniza y de promesas rotas se tiñó el amanecer,
mis venas y mis huesos flotan entre aviones de papel.
Diecisiete osos de peluche buscan algo en que creer,
diecisiete tumbas, diecisiete nubes, lo intento... pero no puedo correr.(III)
No puedo recordar jamás cómo acaban los sueños,
después de despertar se desvanecen y los pierdo.
No puedo recordar,
no puedo recordar jamás los sueños,
los sueños...
cómo acaban los sueños.
+
La estructura que yo he formado de la canción y que acabo de exponer es clara: Estrofa de 4 versos (aaaa), Estrofa de 4 versos (aaaa), Estribillo, Estrofa de 4 versos (bbbb) y Estribillo nuevamente. Empecemos, por tanto con las estrofas:
Las he numerado para establecer una diferencia esencial que yo percibo entre ellas: el tiempo. Y así la primera (
I) se puede referir a los instantes previos al sueño y sus preparativos ("llamando por su nombre al sueño"), la segunda (
II) se puede referir al sueño en sí, al transcurso del sueño ("había..."), lo que había en el sueño, y la tercera (
III) se puede referir al instante final del sueño, la anunciada despedida del mismo, la duermevela, esos momentos anteriores al total despertar de la consciencia y donde todo ya empieza a ser recuerdo al que en presente se intenta incluso controlar ("lo intento...") aunque sea imposible ("pero no puedo correr") y haya que aceptar lo establecido magistralmente en el estribillo ("no puedo recordar jamás cómo acaban los sueños")
-I-
Preámbulo del sueño. La liturgia onírica. Robar oscuridad a las sombras. Pedirle soledad a la multitud (recordemos: canción
"Huellas", disco
"Tormentas imaginarias", texto
"la multitud crea muchos solitarios, sin una explicación"), pedirle silencio al grito, pedirle calma a la ciudad. ¿Y para qué todo eso? ¿Para qué la oscuridad, la soledad, el silencio y la calma? Para simplemente soñar ("llamando por su nombre al sueño, éste no tardó en llegar") Y lo hermoso y sugerente viene dado por las aparentes contradicciones soledad-multitud, grito-silencio, calma-ciudad. Opuestos que siempre son complementarios como todo aquel que se sienta
"furioso con el mundo" entenderá
Partiendo de la realidad se desea y pretende atravesar la frontera, el otro lado del espejo, y adentrarse en un mundo exclusivamente onírico. Y como el sueño se nos dice que
"no tardó en llegar", veamos o escuchemos mejor dicho lo que hay dentro de él:
-II-
¿Y qué se puede decir de esta increíble estrofa? Lo del número diecisiete lo reservo para más adelante, y me quedo con los espejos rotos, el altar, su reflejo, el mapa imaginario, el libro sin firmar, y el camino ya trazado sobre el que no es posible caminar aunque lo intente. Alucinante. El recuerdo de un sueño, lo que queda de él, la sustancia del sueño, lo que "había" mientras se soñaba, mientras se estaba al otro lado de la frontera. Y lo más importante: el "nosotros" ("
reflejando esa parte de nosotros que intentamos ocultar", "
algo nos impedía andar)
En la estrofa anterior como en la siguiente y en el estribillo, el narrador utiliza como voz principal de la narración la primera persona del singular (yo le robé a las sombras, yo le pedí a la multitud, al grito, a la ciudad, yo llamé al sueño por su nombre y yo no puedo recordar, yo lo(s) pierdo, y son mis venas y mis huesos los que flotan y yo lo intento, pero yo no puedo...) Y sin embargo en esta segunda estrofa ya no soy "yo" sino que somos "nosotros" los que intentamos ocultar, o a quienes algo "nos" impide andar.
Así pues lo más interesante de esta estrofa reside para mí en buscarle explicación a esa singularidad de la parte con respecto al todo. La causa, pero mejor dicho una de las infinitas causas que existen, la que yo y nadie más que yo considere oportuna en base a una serie de circunstancias que explican el porqué he elegido esa causa y no otra. Y aclarado esa cuestión ya puedo lanzarme de lleno a la "causa".
Primera estrofa: el "yo" real y objetivo (despierto, consciente) en busca del sueño.
Estribillo: el "yo" real y objetivo (despierto, consciente) en busca del recuerdo del final de todo sueño.
Tercera estrofa: el "yo" real y objetivo (casi despierto, casi consciente) presagia la cercanía del final de otro sueño sin poder...
Estribillo: ... (pese a la búsqueda, al intento) recordar jamás cómo acaban los sueños.
¿Y la segunda estrofa?
Segunda estrofa: el "yo" real y objetivo (dormido, no consciente) se transforma en el "yo" onírico y subjetivo (despierto, subconsciente) y de la mezcla o unión de esos dos "yo" surge el "nosotros" El que sueña y el que recuerda lo soñado. Incluso recuerda el preámbulo del sueño, pero es incapaz de recordar el final del sueño aunque sí recuerde instantes precisos del mismo.
¿Y qué había en ese sueño? Espejos rotos (los espejos, tema muy borgiano por lo que no resulta extraño aunque no tenga nada que ver el hecho de que J.I haya citado en numerosas entrevistas a Borges como referente literario) encima de un altar. Espejos que aun rotos reflejan algo. ¿El qué? Precisamente ese otro "yo" del que se compone el "nosotros" (
aquella parte de nosotros que intentamos ocultar), el yo subconsciente y oculto (cuyo dominio es el mundo onírico) y al que el yo consciente y aparente (cuyo dominio es el mundo real) intenta dar explicación pretendiendo conocer justamente el final del sueño y no sólo esos momentos en los que recuerda lo que había.
Por ejemplo
un camino ya trazado sobre el que no podemos caminar, no se puede conocer a dónde va ni de dónde viene, sólo la existencia del mismo o el recuerdo mejor dicho de su existencia. Y esa impotencia del nosotros, de los dos "yo" es la que lleva o conduce al estribillo:
-Estribillo-
El "yo" consciente y ya despierto recuerda el sueño, pero no su final y así lo expone. Sentimiento de pérdida, de desvanecimiento del mundo onírico, el "yo" ya no está dentro de ese mundo onírico, ha salido de él, y fuera de él, en el mundo real, por más que lo intente es incapaz de llegar al final del sueño. Y ese "yo" nos habla de lo que no puede recordar y al hacerlo a la vez nos está diciendo lo que sí puede recordar y que son las estrofas de la canción. Ya hemos visto las dos primeras, vayamos ahora a por la última.
-III-
Esclarecedora e impactante. Sublime. No encuentro calificativos para describirla. Ya nos ha "recordado" el instante previo al sueño y lo que había dentro de él. Además ya nos ha "anunciado" mediante el estribillo que no es posible llegar a alcanzar el conocimiento del final de ese sueño y de todos los sueños. Pero faltaba algo, y ese algo es la última fase del sueño, y el último intento posible por recordar su final. Y la estrofa comienza señalándonos la llegada del amanecer (
"De cenizas y promesas rotas se tiñó el amanecer""), pero no un amanecer (un despertar del mundo onírico, el necesario desplazamiento de regreso al mundo real) cualquiera, sino un amanecer teñido de promesas rotas y cenizas. ¿Por qué? Porque en ese estado de "duermevela", de semi inconsciencia y semi consciencia, esos instantes previos al despertar en el que parece que estamos controlando el sueño y nos vemos allí y vemos lo que sucede, e incluso en cierto modo actuamos y nos inter-relacionamos con lo que sucede (por ejemplo, suena el teléfono "real" y nosotros lo escuchamos pero no del todo en ese mundo "real" sino que lo escuchamos en el sueño y allí no se trata del mismo teléfono pero sí que se trata del mismo sonido y la misma duración del mismo, e incluso en fases más próximas a la consciencia hasta nos desplazamos soñando de una forma que nos parece que no soñamos sino que es totalmente real, y nos levantamos a coger el teléfono "real" aunque nunca lo cojamos porque seguimos semi-dormidos y por supuesto no nos hemos levantado "realmente" a cogerlo), en ese estado mágico en el que parece que todo es posible... ese estado desemboca siempre en el "completo" despertar en el cual nunca podremos conocer lo que hubiera pasado si no hubiéramos despertado. Claro. Al despertar el "yo" consciente se duerme el subconsciente, que a su vez despertará cuando se duerma el consciente, cuando el consciente precisamente "sueñe" y lo que "sueñe" no lo perciba el consciente (que está "dormido") sino el subconsciente. Y como ese subconsciente a su vez se "dormirá" cuando despierte el consciente... ¿cómo desde la consciencia podemos conocer la subconsciencia? Ahí entran en juego los recuerdos, y esos recuerdos nunca nos permitirán llegar al final porque, tal vez, no exista final sino violenta interrupción del sueño ante el acto del despertar de la conciencia. Ceniza y promesas rotas.
Luego ya
"mis venas y mis huesos flotan entre aviones de papel" El amanecer cada vez es más cercano y se presagia en ese recuerdo de la sensación, esos instantes previos al despertar, de intensa ligereza (flotar entre aviones de papel), de
"sueño ligero en que se halla quien está dormitando" (duermevela), y -nueva maravilla del lenguaje- "dormitar" precisamente significa
"estar o quedarse medio dormido"
Y en ese estado volvemos al número diecisiete que ya apareció en la segunda estrofa. Y el símbolo del número me resulta indiferente y no creo que tenga la menor importancia (es decir, me da igual que sean diecisiete, o siete, o veinte, o el número que sea), lo que me importa es que siempre se trate del mismo número (que equis sea constante) y siempre sean equis espejos rotos, equis osos de peluche, equis tumbas, equis nubes... Ese símbolo de reiteración sí que me interesa. Como el símbolo del oso de peluche que me remite al mundo infantil por excelencia donde la consciencia del niño es diferente a la del adulto y si queremos jugar más en esta línea hasta podemos cómicamente ir más allá y llegar a Ciudadano Kane gracias a Los Simpsons (osito de peluche=Rosebud)
, pero no, mejor seguir imaginando a esos diecisiete osos de peluche (complemento ideal del sueño, el niño durmiendo abrazado a su osito de peluche, el adulto abrazado al recuerdo de ese osito de peluche) ¿Y qué hacen esos ositos de peluche? Buscar algo en que creer. Fabuloso. Y enconces se acrecenta el ritmo, se acelera (reiteración del diecisiete casi continua, sin descanso) y el punto culminante se alcanza con el intento fallido e incluso en cierto modo angustioso.
Había diecisiete espejos rotos encima de un altar que reflejaban aquella parte de nosotros que intentamos ocultar. La lucha entre la dualidad del "yo" consciente y el "yo" subconsciente y cómo el uno oculta al otro, y el otro al uno, y los dos forman el nosotros que recuerda esa imagen. Y además en el estado previo al despertar del "yo" consciente, en el "dormitar" lo que hay son diecisiete osos de peluche que buscan algo en que creer. La búsqueda de la Respuesta, saben que el "yo" consciente despertará y ellos desaparecerán de nosotros para volver acaso en otro sueño, y buscan al responsable o creador de su existencia onírica. Todo altar exige una creencia. Y después las tumbas (muerte, enterramiento, bajo tierra) y las nubes (¿el cielo? o ¿el Cielo?
), se necesita creer en algo, se exige creer en algo ante la proximidad inminente de ese despertar, y de ahí el desesperado intento de correr, de alcanzar esa Respuesta, de conocer el final de todo sueño, y la consecuencia es una vez más la única posible: "no puedo", que se repetirá en el estribillo dándole el sentido final a la canción.
Sentido que evidentemente no corresponde al "real", en el sentido precisamente de que mi interpretación no se basa en pretender descubrir lo que el autor quería decir (eso le pertenece a él, y sólo él lo conoce) sino que se basa en intentar descubrir y analizar lo que su obra me transmite a mí en base, repito, no a lo que él deseara transmitir sino a lo transmitido: en este caso este texto, esta maravillosa letra, y sobre todo la música. Y es que nada de lo que he expuesto sería igual sin el acompañamiento de la composición musical, sin el modo o la forma elegida para manifestar ese texto. Y si encima la composición instrumental es anterior a la literaria mucho mejor. Primero la música y después a esa música añadirle una letra para entonces ya sí poder hablar de canción. Y sobre la música poco puedo decir con palabras ya que es preciso escucharla. Es necesario escucharla atentamente, sin prestar atención al texto, a lo que diga, sino sólo a los instrumentos y a los tonos de voz, al cómo lo dice. Y si haciendo eso uno se queda "enganchado" entonces ya pasar al texto, y escuchar la fusión de esa música con la letra e intentar si se desea describir o expresar lo que ya sí esa letra te transmite como yo acabo de intentar hacer ahora excediéndome una vez más como siempre
Saludetes,
PD: María, que mi memoria es la que es y no tengo ni idea de si me dijiste alguna canción en concreto o no
Así que la que quieras dímelo (bien por el foro o por mail) y te la mando al instante
"He visto tu cara ardiendo en un lienzo de agua, y me he sumergido en un sueño sin poderte tocar, formando un mosaico de sombras, buscando a ciegas lo que sé que no está."