Fragmentos...

Greeble
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Ireth...

Post by Ireth... »

!Me pone enfermo, ese Ludovic Sarres! !Ni siquiera sabe lo que es una hada! Se piensa que es una gorda torpona con una varita magica que convierte las calabazas en carrozas en los viejos cuentos chorras. !Pero las hadas estan en todas partes! Estan en la vida, alrededor de nosotros, lo que pasa es que como no las vemos decimos que es un camelo, y entonces ellas tambien empiezan a dudar y dejan de creer en si mismas; a fuerza de oir que no existen acaban creyendoselo, olvidan que son magicas y tienen miedo de envejecer, y prefieren desaparecer antes de que nos demos cuenta, y mandarlo todo a paseo para no tener tantos remordimientos; !asi ya solo quedaran en la tierra ejemplares de Lodovic Sarres, de padres a hijos, la raza dominante, el pensamiento unico, la ley del mas fuerte, y el triunfo de los clones!

La eduacion de una hada
Didier Van Cauwelaert

El libro en el que se basa la pelicula "la eduacion de las hadas"

*Perdon por las exclamaciones, y lo de no poner acentos.Pero es que donde estoy el teclado solo tiene la ultima parte de la exclamacion, y no tiene acentos. Perdonar las molestias. Hasta a mi se me hace raro escribir sin acentos....*
dejedi-M
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Post by dejedi-M »

No sé si ya lo habréis puesto...

[...]
-Pero ahora ten la bondad de decirme: ¿cómo huele un lactante cuando huele como tú crees que debe oler? Vamos, dímelo.
-Huele bien -contestó la nodriza.
-¿Qué significa bien? -vociferó Terrier-. Hay muchas cosas que huelen bien. Un ramito de espliego huele bien. El caldo de carne huele bien. Los jardines de Arabia huelen bien. Yo quiero saber cómo huele un niño de pecho. [...] ¿Y bien? -apremió Terrier, haciendo castañear las uñas.
-Pues... -empezó la nodriza- no es fácil de decir porque... porque no huelen igual por todas partes, aunque por todas huelen bien. Veréis, padre, los pies, por ejemplo, huelen como una piedra lisa y caliente... no, más bien como el requesón... o como la mantequilla... eso es, huelen a mantequilla fresca. Y el cuerpo huele como... una galleta mojada en leche. Y la cabeza, en la parte de arriba, en la coronilla, donde el pelo forma un remolino, ¿véis, padre?, aquí, donde vos ya no tenéis nada... -y tocó la calva de Terrier, quien había enmudecido ante aquel torrente de necios detalles e inclinado, obediente, la cabeza-, aquí, precisamente aquí es donde huelen mejor. Se parece al olor del caramelo, ¡no podéis imaginar, padre, lo dulce y maravilloso que es! Una vez se les ha olido aquí, se les quiere, tanto si son propios como ajenos. Y así, y no de otra manera, deben oler los niños de pecho. Cuando no huelen así, cuando aquí arriba no huelen a nada, ni siquiera a aire frío, como este bastardo, entonces... Podéis llamarlo como queráis, padre, pero yo -y cruzó con decisión los brazos sobre el pecho, lanzando una mriada de asco a la cesta, como si contuviera sapos-, ¡yo, Jeanne Bussie, no me vuelvo con esto a casa!
[...]


El perfume - Patrick Süskind
"Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo..." (H.Hesse)
AIDA_cantasaetas
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Post by AIDA_cantasaetas »

Intento reprimirme, porque podría copiar aquí cada capítulo, pero no puedo evitar colgar este fragmento, aún a riesgo de que alguno me tache de profanadora de Cortázar ¬¬ :roll: No me canso de leerlo, palabra por palabra, es increíble.

Más tarde a Oliveira le preocupó que ella se creyera colmada, que los juegos buscaran ascender a sacrificio. Temía sobre todo la forma más sutil de la gratitud que se vuelve cariño canino; no quería que la libertad, única ropa que le caía bien a la Maga, se perdiera en una feminidad diligente. Se tranquilizó porque la vuelta de la Maga al plano del café negro y la visita al bidé se vio señalada por una recaída en la peor de las confusiones. Maltratada de absoluto durante esa noche, abierta a una porosidad de espacio que late y se expande, sus primeras palabras de ese lado tenían que azotarla como látigos, y su vuelta al borde de la cama, imagen de una consternación progresiva que busca neutralizarse con sonrisas y una vaga esperanza, dejó particularmente safisfecho a Oliveira. Puesto que no la amaba, puesto que el deseo cesaría (porque no la amaba, y el deseo cesaría), evitar como la peste toda sacralización de los juegos. Durante días, durantes semanas, durante algunos meses, cada cuarto de hotel y cada plaza, cada postura amorosa y cada amanecer en un café de los mercados: circo feroz, operación sutil y balance lúcido. Se llegó así a saber que la Maga esperaba verdaderamente que Horacio la matara, y que esa muerte debía ser de fénix, el ingreso al concilio de los filósofos, es decir, a las charlas del Club de la Serpiente: la Maga quería aprender, quería instruirse. Horacio era exaltado, llamado, concitado a la función del sacrificador lustral, y puesto que casi nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía, lo comprendía muy bien), entonces la única posibilidad de encuentro estaba en que Horacio la matara en el aor donde ella podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel se enfrentaban iguales y desnudos y allí podía consumarse la resurrección del fénix después que él la hubiera estrangulado deliciosamente, dejándole caer un hilo de baba en la boca abierta, mirándola extático como si empezara a reconocerla, a hacerla de verdad suya, a traerla de su lado.

[Julio Cortázar, Rayuela]
El que quiere nacer tiene que destruir un mundo :wink:
Medianoche
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Post by Medianoche »

"La vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces años. Todo depende de nuestra fortuna.
El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo"


"Marina" Carlos Ruiz Zafón

Adoro este libro. Realmente adoro a Ruiz Zafón :roll:
nani
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Post by nani »

-¡Oh amor, amor, que no pensé que tenias fuerza ni poder de matar a tu sujetos! Herida fue de ti mi juventud. Por medio de tus brasas pasé. ¿Cómo me soltaste, para darme la paga de la huida en mi vejez? Bien pensé que de tus brazos me había librado cuando los cuarenta años toqué, cuando fui contento con mi conyugal compañera, cuando me vi con el fruto que me cortaste el día de hoy. No pensé que tomabas en los hijos la venganza de los padres. Ni sé si hieres con hierro, ni si quemas con fuego. Sana dejas la ropa, lastimas el corazón. Haces que feo amen y hermoso les parezca. ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fuese, amarías a tus sirvientes; si los amases, no les darías pena: si alegres viviesen, no se matarían como ahora mi amada hija. [...] Dulce nombre te dieron, amargos hechos haces. No das iguales galardones: inicua es la ley que a todos igual no es. Alegra tu sonido, entristece tu trato. ¡bienaventurados los que no conociste, o de los que no te curaste! “Dios” te llamaron otros, no sé con qué error de su sentido traídos. Cata que dios mata los que crió: tu matas los que te siguen. ¡Enemigo de toda razón! A los que menos te sirven das mejores dones, hasta tenerlos metidos e tu congojosa danza. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, ¿por qué te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre y mozo; ponte un arco en la mano, con que tires a tiento; más ciegos son tus ministros, que jamás sienten ni ven el desabrido galardón que se saca de tu servicio.

Fernando de Rojas
La Celestina
-.-me ire a un mundo donde lo material sea innecesario, lejos de prejuicios donde nada valga mas q un sueño y la felicidad deje de ser mera ilusion-.-
Zabío
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Post by Zabío »

Bueno, uno es débil. Demonios...

Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman. Yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

Rayuela. Julio Cortázar
AIDA_cantasaetas
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Post by AIDA_cantasaetas »

Zabío wrote:Bueno, uno es débil. Demonios...

Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman. Yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

Rayuela. Julio Cortázar
Me encanta.

De hecho, tengo ese fragmento marcado en el libro (entre muchos otros... seguro que vuelvo para colgar alguno)
El que quiere nacer tiene que destruir un mundo :wink:
AIDA_cantasaetas
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Post by AIDA_cantasaetas »

No es en absoluto lo mejor de este hombre, pero aprovechando que hoy el Fragmento Literario de El País es de "Las intermitencias de la muerte" de Saramago y que lo admiro muchísimo lo copio y pego a continuación:

Al día siguiente no murió nadie. El hecho, por absolutamente contrario a las normas de la vida, cau­só en los espíritus una perturbación enorme, efecto a todas luces justificado, basta recordar que no existe noticia en los cuarenta volúmenes de la historia universal, ni siquiera un caso para muestra, de que alguna vez haya ocurrido un fenómeno semejante, que pasara un día completo, con todas sus pródigas veinticuatro horas, contadas entre diurnas y nocturnas, matutinas y vespertinas, sin que se produjera un fallecimiento por enfermedad, una caída mortal, un suicidio conducido hasta el final, nada de nada, como la palabra nada. Ni siquiera uno de esos accidentes de automóvil tan frecuentes en ocasiones festivas, cuando la alegre irresponsabilidad o el exceso de alcohol se desafían mutuamente en las carreteras para decidir quién va a llegar a la muerte en primer lugar. El fin de año no había dejado tras de sí el habitual y calamitoso reguero de óbitos, co­mo si la vieja átropos de regaño amenazador hubiese decidido envainar la tijera durante un día. Sangre, sin embargo, hubo, y no poca. Desorientados, confusos, horrorizados, dominando a duras penas las náuseas, los bomberos extraían de la amalgama de destrozos míseros cuerpos humanos que, de acuerdo con la lógica matemática de las colisiones, deberían estar muertos y bien muertos, pero que, pese a la gravedad de las heridas y de los traumatismos sufridos, se mantenían vivos y así eran transportados a los hospitales, bajo el sonido dilacerante de las sirenas de las ambulancias. Ninguna de esas personas moriría en el camino y todas iban a desmentir los más pesimistas pronósticos médicos, Este pobre diablo no tiene remedio posible, no merece la pena perder tiempo operándolo, le decía el cirujano a la enfermera mientras ésta le ajustaba la mascarilla a la cara. Realmente, quizá no hubiera salvación para el desdichado el día anterior, pero lo que quedaba cla­ro era que la víctima se negaba a morir en éste. Y lo que sucedía aquí, sucedía en todo el país. Hasta la medianoche en punto del último día del año aún hubo gente que aceptó morir en el más fiel acatamiento de las reglas, tanto las que se refieren al fon­do de la cuestión, es decir, se acabó la vida, como las que se atienen a las múltiples formas en que és­te, el dicho fondo de la cuestión, con mayor o me­nor pompa y solemnidad, suele revestirse cuando lle­ga el momento fatal. Un caso sobre todos inte­re­sante, obviamente por tratarse de quien se trata, es el de la ancianísima y veneranda reina madre. A las veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos de aquel treinta y uno de diciembre nadie sería tan ingenuo para apostar el palo de una cerilla quemada por la vida de la real señora. Perdida cualquier esperanza, rendidos los médicos ante la implacable evidencia, la familia real, jerárquicamente dispuesta alrededor del lecho, esperaba con resignación el último suspiro de la matriarca, tal vez unas palabras, una última sentencia edificante para la formación moral de los amados príncipes sus nietos, tal vez una bella y redonda frase dirigida a la siempre ingrata retentiva de los súbditos futuros. Y después, como si el tiempo se hubiera parado, no sucedió na­da. La reina madre no mejoró ni empeoró, se quedó como suspendida, balanceándose el frágil cuerpo en el borde de la vida, amenazando a cada instante con caer hacia el otro lado, pero atada a éste por un tenue hilo que la muerte, sólo podía ser ella, no se sabe por qué extraño capricho, seguía sosteniendo. Ya estamos en el día siguiente, y en él, como se informó nada más empezar este relato, nadie iba a morir.
El que quiere nacer tiene que destruir un mundo :wink:
AIDA_cantasaetas
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Post by AIDA_cantasaetas »

Me siento un poco acaparadora de este post y el de Poesía Clásica, lo siento :roll:


143

Por la mañana, obstinados todavía en la duermevela que el chirrido horripilante del despertador no alcanzaba a cambiarles por la filosa vigilia, se contaban fielmente los sueños de la noche. Cabeza contra cabeza, acariciándose, confundiendo las piernas y las manos, se esforzaban por traducir con palabras del mundo de fuera todo lo que habían vivido en las horas de tiniebla. A Traveler, un amigo de juventud de Oliveira, lo fascinaban los sueños de Talita, su boca crispada o sonriente según el relato, los gestos y exclamaciones con que lo acentuaba, sus ingenuas conjeturas sobre la razón y el sentido de sus sueños. Después le tocaba a él contar los suyos, y a veces a mitad de un relato sus manos empezaban a acariciarse y pasaban de los sueños al amor, se dormían de nuevo, llegaban tarde a todas partes.

Oyendo a Talita, su voz un poco pegajosa de sueño, mirando su pelo derramado en la almohada, Traveler se asombraba de que todo eso pudiera ser así. Estiraba un dedo, tocaba la sien, la frente de Talita. ("Y entonces mi hermana era mi tía Irene, pero no estoy segura"), comprobaba la barrera a tan pocos centímetros de su propia cabeza ("Y yo estaba desnudo en un pajonal y veía el río lívido que subía, una ola gigantesca...") Habían dormido con las cabezas tocándose y ahí, en esa inmediatez física, en la coincidencia casi total de las actitudes, las posiciones, el aliento, la misma habitación, la misma almohada, la misma oscuridad, el mismo tictac, los mismos estímulos de la calle y la ciudad, las mismas radiaciones magnéticas, la misma marca de café, la misma conjunción estelar, la misma noche para los dos, ahí estrechamente abrazados, habían soñado sueños distintos, habían vivido aventuras disímiles, el uno había sonreído mientras la otra huía aterrada, el uno había vuelto a rendir un examen de álgebra mientras la otra llegaba a una ciudad de piedras blancas.

En el recuento matinal Talita ponía placer o congoja, pero Traveler se obstinaba secretamente en buscar las correspondencias. ¿Cómo era posible que la compañía diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad inadmisible del soñante? A veces su imagen formaba parte de los sueños de Talita, o la imagen de Talita compartía el horror de una pesadilla de Traveler. Pero ellos no lo sabían, era necesario que el otro lo contara al despertar: "Entonces vos me agarrabas de la mano y me decías..." Y Traveler descubría que mientras en el sueño de Talita él le había agarrado la mano y le había hablado, en su propio sueño estaba acostado con la mejor amiga de Talita o hablando con el director del cierto "Las Estrellas" o nadando en Mar del Plata. La presencia de su fantasma en el sueño ajeno lo rebajaba a un mero material de trabajo, sin prevalencia alguna sobre los maniquíes, las ciudades desconocidas, las estaciones de ferrocarril, las escalinatas, toda la utilería de los simulabros nocturnos. Unido a Talita, envolviéndole la cara y la cabeza con los dedos y los labios, Traveler sentía la barrera infranqueable, la distancia vertiginosa que ni el amor podía salvar. Durante mucho tiempo esperó un milaro, que el sueño que Talita iba a contarle por la mañana fuese también lo que él había soñado. Lo esperó, lo provocó apelando a todas las analogías posibles, buscando semejanzas que bruscamente lo llevaran a un reconocimiento. Sólo una vez, sin que Talita le diera la menor importancia, soñaron sueños análogos. Talita habló de un hotel al que iban ella y su madre y al que había que entrar llevando cada cual su silla. Traveler recordó entonces su sueño: un hotel sin baños, que lo obligaba a cruzar una estación de ferrocarril con una toalla para ir a bañarse a algún lugar impresciso. Se lo dijo: "Casi soñamos el mismo sueño, estábamos en un hotel sin sillas y sin baños" Talita s rió divertida, ya era hora de levantarse, una vergüenza ser tan haraganes.

Traveler siguió confiando y esperando cada vez menos. Los sueños volvieron, cada uno por su lado. Las cabezas dormían tocándose y en cada una se alzaba el telón sobre un escenario diferente. Traveler pensó irónicamente que parecían los cines contiguos de la calle Lavalle, y alejó del todo su esperanza. No tenía ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba, y sabía que sin fe no ocurriría. Sabía que sin fe no ocurre nada de lo que debería ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.

["Rayuela", Julio Cortázar]
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_LiLy_
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Post by _LiLy_ »

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.

Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en metad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve, me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

Miguel de Cervantes
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad...
jason
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Post by jason »

Qué hijoputa este Bukowski. Cómo lo borda, el cabrón.

Sáltate el resto de ese día y esa noche. Ninguna acción. No vale la pena hablar de ello.

Pulp, capítulo 10 (íntegro).
aely
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Post by aely »

"Sus pensamientos llevan su propio curso - pensaba el fiscal-. Tiene su pequeño mundo en la cabeza y, a su modo, sabe lo que es impotante y lo que no lo es. Para captar su atención y su conciencia no basta con imitar su lenguaje, sino que además es menester pensar a su manera."

En casa, Anton Chéjov
jason
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Post by jason »

Este fragmento puede recordar al que puse (creo que en la página anterior) de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, de Pablo Tusset. A mi me lo recordó...



- Yo creía -dijo Ivet con voz ronca, apenas perceptible en medio de tanta algarabía- que te interesaba resolver el caso.
- El caso no -respondí- sólo
mi caso. Yo no pertenezco a ningún estrato social. Que no soy rico, a la vista está, pero tampoco soy un indigente ni un proletario ni un estoico miembro de la quejumbrosa clase media. Por derecho de nacimiento pertenezco a lo que se suele denominar la purria. Somos un grupo numeroso, discreto, muy firme en nuestra falta de convicciones. Con nuestro trabajo callado y constante contribuimos al estancamiento de la sociedad, los grandes cambios históricos nos resbalan, no queremos figurar y no aspiramos al reconocimiento ni al respeto de nuestros superiores, ni siquiera al de nuestros iguales. No poseemos rasgos distintivos, somos expertos en el arte de la rutina y la chapuza. Y si bien estamos dispuestos a afrontar riesgos y penas por resolver nuestras mezquinas necesidades y para seguir los dictados de nuestros instintos, resistimos bien las tentaciones del demonio, del mundo y de la lógica. En resumen, queremos que nos dejen en paz. Y como no creo que después de esta exposición haya coloquio, me marcho a mi casa, a descansar. Si vuelven a detenerme no hace falta que me envíe a su abogado. Tampoco hace falta que me acompañe a la puerta, yo sólo encontraré el camino.


La aventura del tocador de señoras, Eduardo Mendoza. Me parto con este libro
nani
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Post by nani »

Despertares concéntricos
Dos o tres sueños le avisaron de todo: soñaba que ella se había ido y cuando lo despertaba el dolor extendía sus brazos en la oscuridad y la encontraba dormida. Abrazándose a ella como para llevarla consigo a la inconsciencia o para que la cercanía le salvara del légamo de las pesadillas, volvía suavemente a dormirse, pero en los sueños otra vez estaba solo y la perdía. Con el tiempo aprendió a introducir en ellos astucias menores contra el infortunio. Aun dormido pensaba: “ahora me despertare y la encontrare a mi lado”, y el solo esfuerzo de su voluntad lo rescataba del sufrimiento que estaba soñando. Volvió a soñar que ella se iba. Como un buceador que asciende para escapar de la asfixia emergió al previsto despertar en que ella estaba a su lado. Dio la luz: la vio dormida y algo extraña. Tardó un instante en darse cuenta de que había despertado a otro sueño. Como si recorriera habitaciones comunicadas por espejos ingresó entonces en el verdadero despertar. Descubrió sin sorpresa que esta vez si estaba solo.

Antonio Muñoz Molina
en Escrito en un instante, Calima
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