joer,
robert, muy bueno lo de los perros y la extinción de los osos pirenaicos XDDD
Esta conversación es de hace ya muchos años, la tenía guardada en viejos apuntes y me sirvió mucho para un capítulo de una novela que aún está por corregir, pero el origen, el texto sin cambios ni variaciones, lo que surgió sin más de la nada es éste y así se quedo hasta ahora que lo incluyo en estas conversaciones
-Ahora no me dirás que cobra sentido la palabra. ¿Verdad?
-Yo no digo nada, y si digo, lo que diga nada tiene que ver con lo que hable.
-Y entonces... ¿por qué callas?
-Sólo el silencio es locuaz, lo demás es mudo.
-Espera, estamos llegando a tu hotel. ¿No te alegras?
-¿No me ves triste? Esa es mi alegría. El hotel es mi verdadera prisión, mi única esperanza.
-No entiendo tu interés por vernos allí. A mí me descentra ese sitio.
-El descontrol es virtud del silencio, y éste me fascina. Además, si tú quieres, puedes irte.
-Siempre acabas saliéndote con la tuya. Me quedo.
-Todavía no, antes hay que brindar y para ello debemos comprar botellas.
-Ya entiendo, una nueva resaca. ¿Y el Amor?
-El Amor no existe.
(A la mañana siguiente)
-Ayer te despidieron y hoy el que se despide eres tú.
-Ya ves, ojo por ojo... hasta luego.
-¿Volveré a verte?
-Lo más seguro. Hay cosas que ni el silencio puede evitar, y una de ellas es el pasado. Adiós.
(Al cabo de un tiempo él vislumbra en un café una silueta conocida. Ella le ve y no se acerca. Él calla. Al final ambos se van y deciden no seguirse. La noche avanza y entre las tinieblas hay una discusión sobre qué luz es más poderosa, ante lo cual él dice, ya borracho)
-La única luz que existe es la que no se ve. La que cada uno vislumbra preocupado en su afán de búsqueda infinita. Esa luz invisible y cegadora, amparada en la terrible angustia que nos corroe eternamente y que nosotros oscurecemos para ocultarla... esa luz, es la única que al final deslumbrará porque es la única que procediendo de nosotros aguarda su momento para triunfar después. Sí, esa luz es la única que existe.
-¿Y cómo verla?-cree escuchar como respuesta.
-¿Que cómo verla? ¿Y me preguntas eso?-su voz desafiante encuentra oponente en la sombra de una farola al amparo de la soledad-Ya te lo he dicho. No se ve, sólo se conoce, sólo basta reconocer su presencia para iluminar de forma poderosa toda esta oscuridad que nos rodea. Sólo basta asumir su condición para saborear el brillo y esplendor de su figura, y así poder vivir en paz nadando en el silencio.
-¿Y tiene nombre esa luz?
-Tu voz me asusta. Sí, esa luz tiene nombre: la muerte. Ahora déjame solo. Necesito descansar.
(Mediodía apagado. Una llamada)
-Necesito verte. No puedo estar solo, el silencio me aterra, he perdido mi esperanza.
-¿No será Amor?
-El Amor no existe, ya lo sabes. Ven.
-Estaré allí cuando pueda, es decir; esta noche.
-De acuerdo, te espero, mientras tanto pensaré para así alejar los recuerdos de mi mente.
-No. Deja paso al futuro y olvida el pasado.
-Ya lo he hecho, y así estoy por su culpa.
-La situación es más grave de lo que pensaba. Iré esta tarde. Hasta luego.
-Adiós.
(Cuelga y decide salir en busca de un amigo, de su mejor amigo. Tras unas horas se da cuenta de que se ha perdido y de que es imposible encontrar a ese amigo pues nunca existió. Así pues decide soñar, y en el sueño habla y sólo repite una frase)
-El destino se me escapa a grandes pasos y yo disfruto viéndome arrollado por él. Lo que tenga que venir que venga, y tengamos la fiesta en paz.
(Ya ha llegado al hotel y está tranquilo esperando la llegada de su compañera que se produce minutos más tarde)
-Mira, no escuchas el silencio de mi voz acompasado por la música. Ya sé que todo es fictíceo, pero el cuadro resulta sobrecogedor.
-La verdad es que no me interesan tus alucinaciones. Ya van ocho copas y sigues sin sentirlas. ¿Por qué bebes?
-Hay una gran diferencia entre el beber y la bebida. Lo primero es absurdo, mas lo segundo es mágico. Yo no bebo; yo hago de la bebida mi enriquecedor sustento líquido.
-Eso no responde a mi pregunta.
-¿Y qué son las preguntas? ¿Acaso tú lo sabes? Dímelo entonces si puedes y verás que no existen las respuestas, que una pregunta es origen de otra y así hasta un sin fin de cadenas infinitas. No, realmente no existen las respuestas.
-Y entonces... ¿Por qué preguntarnos?
-No lo sé. Esa es la razón; duda y deseo de conocer, de saber, de llegar a más. El preguntarnos nos salva, reedifica.
-Bien pensado prefiero cambiar de disco. Espero no molestarte.
-No, por supuesto que no. Esta no es tu casa, pero tampoco es la mía. Nuestra casa aún no existe y muy probablemente nunca existirá.
-El mundo está lleno de utopías.
(Silencio prolongado)
La música descansa en la noche y el alcohol respira en los cuerpos sensaciones inolvidables. Ella y él, los dos solos pero separados a la vez eternamente por culpa de su cercanía.
-¿Tú crees en el Amor?
-Yo sólo creo en la ignorancia. Es lo único capaz de satisfacer un sueño. El Amor sólo es pregunta, y las preguntas no tienen respuesta.
-Para mí el Amor no existe. Todo es fantasía, como ahora, como siempre, todo es fantasía.
-La fantasía es capaz de crear amor; más aún: es la verdadera fuente engendradora del amor.
-¿No decías que no creías en él?
-En él no, pero sí en la fantasía, que es una forma o disfraz de la ignorancia. ¿Cuántas copas llevamos?
-Con esta doce. Habrá que comprar más botellas. ¿Quieres que apague el tocadiscos?
-Haz lo que quieras. Yo me voy a pasear.
-¿Dónde?
-En ningún sitio. Aquí, en mis recuerdos, en mi fantasía, en mi ignorancia.
-Cuando te duermas no sueñes que si no soñarás conmigo.
-Contigo no, tú eres más que un sueño. Desgraciadamente tú eres realidad, y la realidad no existe.
(Se apagan las luces. Dos copas vacías y varios cigarrillos desatan una batalla sangrienta. No hay música. Ya no hay nada. Todo está vacío. Ella le contempla mirándose al espejo, y él sabe que la ama, aunque sólo sea en la realidad y nunca en la ficción)
-Despierta. Ya no hay tiempo para dormir. Todo se ha vuelto a acabar. Esta mañana estás preciosa. Debe ser porque te veo y no esquivo tu mirada como siempre. Me duele la cabeza. Una nueva resaca.
-¿No estás aburrido de tanta monotonía?
-No, por supuesto que no. Viviendo así no existe la monotonía, cada noche es un sueño diferente, una nueva muerte.
-Pero las mañanas son todas iguales, descorazonadoras, inútiles. Me voy a trabajar.
-Tu trabajo me asusta. Es infinitamente tenebroso y delirante.
-Sólo soy profesora. Nada más.
-Por eso lo digo, y el callar otorga.
(El se queda solo mientras ella le lanza un beso en la distancia. Decide llamar por teléfono y marca unos números al azar)
-Buenos días. Hermosa mañana.
-¿Quién es? ¿Qué desea?
(Silencio. Se corta la llamada junto a un gruñido de enfado. Ahora él recuerda que también debe trabajar aunque su trabajo consista en no hacer nada. Coge un libro y se dedica a leer hasta que ella llega y descubre sin asombro que las hojas están en blanco y que todo sigue igual)
-Esta tarde quiero ir al cementerio.
-No sé por qué te gusta tanto ese lugar.
-No entiendo tu extrañeza. El cementerio es sinónimo de tranquilidad, de descanso. El cementerio es la Respuesta.
-Para mí sólo es muerte.
-¿Y no somos todos muertos? ¿No somos otra cosa que muertos vivientes que nacen para volver a morir?
-Deja en paz tu filosofía. Esta tarde no iremos al cementerio, iremos a un Bautizo; a tu bautismo.
-Si con eso intentas deprimirme no lo vas a conseguir.
-Y la felicidad... ¿no te interesa?
-Mi felicidad es el sueño, y el sueño no es realidad.
-¿Me quieres?
-Sí.
(Se besan lentamente y tras el beso despiertan desnudos en la cama)
-Vamos a vestirnos o llegaremos tarde a tu cita con la verdad.
-Sólo habrá justicia cuando la justicia no exista y nadie sepa lo que es.
-Dijiste que me querías.
-Ya, pero el tiempo no es condena, sino sólo negación.
-¿Qué te ocurre?
-Voy a vivir, a vivir realmente. Me despido. Olvídate de mí, aunque el olvido sólo sea una mentira creada por la tristeza.
-La muerte te llama y yo no puedo ir contigo.
-A ti ya te llegará la hora. Tú eres distinta, eres como todas las demás, no entiendes nada.
-Si quieres que llore, vas a conseguirlo.
-¿Ves? Sigues sin comprender: yo no puedo llorar, ahora sólo puedo reir.
-Estás loco.
-Mi locura ha desaparecido al ver la silueta de la muerte. Ojalá puedas entenderlo algún día.
-¿Me quieres?
-Eso no importa. El sueño ahora es realidad, y la fantasía cobra vida. ¡Viva la Ignorancia!
-Tengo que irme. No puedo dejarte solo.
-Necesito estar solo. ¡Quédate!
(Y allí se quedó ella abrazada a un espectro, a una sombra, a la voz de su conciencia que recuerda un corazón y muere en el olvido. De él queda todo, mas de ella apenas nada.
Ya no existe)
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Saludetes,