Un grito
Posted: 27 Apr 2004, 22:42
Tal vez no debería de estar escribiendo esto, pero voy a hacerlo, porque ha sido un navajazo en mitad de mis pensamientos o en mi mitad del alma o en mitad del pecho o como quieran verlo; y de mí sólo brotan letras cuando sangro, es así, y no lo siento.
Hace calor, mucho calor.
Una anciana y su nieta esperan en la cola de la taquilla de la estación de trenes para, lógicamente, sacar sus billetes, yo detrás de ellas, y me doy cuenta de que con esa chica estuve una noche haciendo malabares en un festival de música; lleva los palos chinos que le pedí en aquella ocasión y se me pasa por la cabeza volver a pedírselos un rato mientras viene el tren. Cogen sus billetes y se van. Saco el mío y voy al andén tercero para el que antes hay que pasar por un subterráneo. Pongo un pie en el primer escalón. El segundo. El tercero. En el cuarto me quedo quieto.
La anciana se ha desmayado, y cae. La sangre por su cuello y por su cara y por su ropa y su cara ya muerta en mi mente me paraliza. La nieta está arrodillada a su vera y llora y tiembla y sigue llorando y grita entre lágrimas y entre sollozos y alguien grita: “¡fuera de ahí todos joder fuera de ahí todos!” la gente se amontona con sus manos en sus bocas y dos de seguridad también gritan: “¡cállese! ¡usted aquí no pinta nada! ¡cállese! ¡cállese!” bajo la escalera para ir hasta el andén y paso por su lado sin mirar, no sé si lo hago por respeto o por estar totalmente acojonado o impresionado o yo que sé. No soy capaz. La muerte no va a coger este tren. La chica continúa llorando y mi piel se pone como erizo encabritado, me fijo en la gente, veo que hay más erizos como yo. Ya han pasado unos pocos minutos y fumé un cigarro de una calada y encendí otro. Me preguntaba porqué no se oían ambulancias. No podía parar de observar a la gente y no oía nada, nada. Una pareja se besa. Unos chavales ríen. Un borracho sentado en el suelo y completamente rojo hurga en su pelo. Otro chica está tan nerviosa como yo fumando casi histéricamente y a mí me viene un estúpido pensamiento a la cabeza. Ya se oyen ambulancias, y es lo único que oigo. Se me ocurre bajar y coger los palos chinos de la chica ¡y hacerlos bailar! Se me ocurre bajar y cantar como los indios y danzar haciendo malabares y gritar y gritar muy alto y cantar ¡vida! ¡vida! ¡ooo! ¡aaaa! ¡oooo! ¡aaahhhhh! No sé porqué tenía ese ataque de empatía con la nieta. Como sufría. Temblaba y sufría. ¡joder! ¡como sufría! Nunca vi a nadie así. Temblaba muchísimo. El tren llega. Para. Delante mía está la pareja que se besaba. Y siguen besándose a la puerta del tren y yo ¡me cago en dios! ¡putos estúpidos! ¡la MUERTE está ahí! ¡joder!!! y a mí me empañaba totalmente y ellos se besaban y no me dejaban subir y yo tenía que entrar de una puta vez y el amor y la muerte y la anciana y la chica y las ganas de darle un hostia a esos dos y los empujo y siguen besándose y entro.
Me siento. Arranca el tren. El borracho colorado pulsa un botón que abre una puerta que ya está abierta. Lo pulsa de nuevo. Otra vez. Otra vez. Otra vez más ¡está abierta borracho, joder! y va al otro vagón y la chica también estaría pulsando un botón para abrir una puerta, pero ésta estaba cerrada. Y ésta no abre y la muerte perdió el tren y la chica a su abuela y un periodista cualquiera dirá: “La ola de calor causa una víctima más”.
Hace calor, mucho calor.
Pd: lo he encontrado por ahi, tirado en mis carpetas, fue este verano... mal verano
Hace calor, mucho calor.
Una anciana y su nieta esperan en la cola de la taquilla de la estación de trenes para, lógicamente, sacar sus billetes, yo detrás de ellas, y me doy cuenta de que con esa chica estuve una noche haciendo malabares en un festival de música; lleva los palos chinos que le pedí en aquella ocasión y se me pasa por la cabeza volver a pedírselos un rato mientras viene el tren. Cogen sus billetes y se van. Saco el mío y voy al andén tercero para el que antes hay que pasar por un subterráneo. Pongo un pie en el primer escalón. El segundo. El tercero. En el cuarto me quedo quieto.
La anciana se ha desmayado, y cae. La sangre por su cuello y por su cara y por su ropa y su cara ya muerta en mi mente me paraliza. La nieta está arrodillada a su vera y llora y tiembla y sigue llorando y grita entre lágrimas y entre sollozos y alguien grita: “¡fuera de ahí todos joder fuera de ahí todos!” la gente se amontona con sus manos en sus bocas y dos de seguridad también gritan: “¡cállese! ¡usted aquí no pinta nada! ¡cállese! ¡cállese!” bajo la escalera para ir hasta el andén y paso por su lado sin mirar, no sé si lo hago por respeto o por estar totalmente acojonado o impresionado o yo que sé. No soy capaz. La muerte no va a coger este tren. La chica continúa llorando y mi piel se pone como erizo encabritado, me fijo en la gente, veo que hay más erizos como yo. Ya han pasado unos pocos minutos y fumé un cigarro de una calada y encendí otro. Me preguntaba porqué no se oían ambulancias. No podía parar de observar a la gente y no oía nada, nada. Una pareja se besa. Unos chavales ríen. Un borracho sentado en el suelo y completamente rojo hurga en su pelo. Otro chica está tan nerviosa como yo fumando casi histéricamente y a mí me viene un estúpido pensamiento a la cabeza. Ya se oyen ambulancias, y es lo único que oigo. Se me ocurre bajar y coger los palos chinos de la chica ¡y hacerlos bailar! Se me ocurre bajar y cantar como los indios y danzar haciendo malabares y gritar y gritar muy alto y cantar ¡vida! ¡vida! ¡ooo! ¡aaaa! ¡oooo! ¡aaahhhhh! No sé porqué tenía ese ataque de empatía con la nieta. Como sufría. Temblaba y sufría. ¡joder! ¡como sufría! Nunca vi a nadie así. Temblaba muchísimo. El tren llega. Para. Delante mía está la pareja que se besaba. Y siguen besándose a la puerta del tren y yo ¡me cago en dios! ¡putos estúpidos! ¡la MUERTE está ahí! ¡joder!!! y a mí me empañaba totalmente y ellos se besaban y no me dejaban subir y yo tenía que entrar de una puta vez y el amor y la muerte y la anciana y la chica y las ganas de darle un hostia a esos dos y los empujo y siguen besándose y entro.
Me siento. Arranca el tren. El borracho colorado pulsa un botón que abre una puerta que ya está abierta. Lo pulsa de nuevo. Otra vez. Otra vez. Otra vez más ¡está abierta borracho, joder! y va al otro vagón y la chica también estaría pulsando un botón para abrir una puerta, pero ésta estaba cerrada. Y ésta no abre y la muerte perdió el tren y la chica a su abuela y un periodista cualquiera dirá: “La ola de calor causa una víctima más”.
Hace calor, mucho calor.
Pd: lo he encontrado por ahi, tirado en mis carpetas, fue este verano... mal verano
SaludoS GenteS