Una mirada a lo que veo

[brujita_alc]

Un aroma traido por el viento, la luz del día a una hora concreta, una imagen deslucida o el murmullo de un sonido lejano... Es suficiente para devolvernos pedazos enteros de un pasado que habita, aún, todavía, siempre, en el lugar donde ya no existe lo que una vez existió.


Me he asomado al patio a recoger la ropa tendida. Arriba, un pedacito de cielo azul me muestra unos retazos de nubes. La luz del día se me antoja distinta pero es la misma de ayer, de un ayer lejano que rescato a toda costa de algún rincón de mi memoria.
Soy una niña, de cuatro o cinco años, y camino por la plaza de la mano de mi abuelo. Él, siempre como un pincel, me pasea orgulloso y se para a cada instante a saludar. Es amigo del pescatero. Entramos a una pescadería pequeña y húmeda donde habitan las tinieblas. Me da miedo observar cómo por un pequeño canalillo situado entre el mostrador y yo gotea lentamente un agua de color rojizo. Mis piecitos infantiles se pegan al suelo y el olor es nauseabundo. Tiro de mi abuelo en dirección a la puerta. Por ella asoma un hilito muy fino de luz. Quiero salir. El bigotudo comerciante me sonríe por encima de su mofletuda y sonrojada cara y tiro aún con más fuerza de la chaqueta de mi abuelo. Una chaqueta de cuadritos marrones, a juego con el pantalón.
Salimos. Mi abuelo sostiene en la otra mano (con la que no me agarra a mí) una bolsa de pescado. Puedo ver unas colas y unos ojos rígidos y ensangrentados asomarse entre el papel grisáceo, cubierto a su vez por una bolsa de plástico semitransparente. Volvemos a la plaza, hace viento pero el sol brilla con fuerza. Veo a otros niños jugar y la mano grande y de piel dura y reseca, pero caliente, que me agarra con fuerza empieza a resultarme agobiante. Trato de desprenderme de ella con fuerza, con insistencia, con gemidos de disconformidad que no llegan a desembocar en la rabieta. Pero él no me suelta. Soy muy pequeña. Y él es mi ángel guardián. Resignada a ser su prisionera le miro desde abajo. Su sonrisa, perfecta, muestra una hilera de dientes blancos. Es feliz. El sol me deslumbra y veo su silueta ligeramente a contraluz. Pero en el lugar de donde vienen los recuerdos una ráfaga de viento me devuelve nítida y clara, su imagen. Su traje de cuadritos, su camisa amarilla, su corbata gris. Su pelo cano y ondulado, su sonrisa, su mano sujetando la mía. Me luce con orgullo por la plaza del barrio. Mira el reloj. Tal vez vaya siendo hora de volver a casa.
Termino de recoger las cuatro prendas de ropa de la cuerda. El cielo ahora se muestra desnudo y sin nubes. El viento y su aroma me devuelven a la realidad que no es tan distinta de la de ayer. Y sin embargo, nada es lo mismo.

Raquel

[Layma]

"... En la red de mi música estás presa, amor mío.
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño."
-Páráfrasis a R.Tagore. Pablo Neruda-


En un papel escrito de su mano ponía: "Debe quedar muy claro en tu mente y en tu corazón (y en tu estómago): vivir no es luchar continuamente contra lo que sientes, ni es ello lo que da sentido a tu vida, sino al contrario. Porque vives, sientes.".
Comprobé que no habíamos salido ilesos, ni uno ni otro, de aquella conversación.
"Aquellos cuya vida no tiene significado real matan a muchos: son los odiosos muertos en vida. Los demás vivos se cumplen con la muerte, porque han sentido a lo largo de su vida". Que bien expresa esas verdades que no cree del todo: "Caen las hojas y caen las flores para que el fruto se consiga".

La eternidad no es más que la presencia del todo en el fragmento. Lo que llamamos nuestro pasado no es nuestro sólo. Podemos hacer lo que otros no pudieron más que soñar. Y nos quedaremos pidiendo más sueños en las entrañas de quien nos sucedan. Si fuésemos más sutiles, o tuvieramos otros ojos... llevaríamos la realidad al sueño y dejaríamos de pretender hacer los sueños realidad.

[er bufón]

Como cada tarde, el tiempo se detiene...

Frente a la pared de mi habitación cuelgan recuerdos añejos. Trozos de vida con los que fui decorando mi mundo interior. Con la luz se vuelven mentira y se desgastan, pero nunca desparecen. Al contrario, al igual que una élite de asesinos, se acercan sigilosamente a mí cada noche para recordarme lo mucho que duele el olvido. Sus puñaladas salpican mis sueños por la alfombra. Han elegido vaciarme el corazón, llenarlo de sus malditos recuerdos y sellarlo.

Aún así, adoro que me visiten, porque, al final, siempre hay un segundo en que tu sonrisa se me viene a la memoria.

[Gata*]

Navidad. Puro capitalismo. Hay que comprar xq lo dice el Corte Inglés. Pues a mi no me gusta regalar cuando me mandan sino cuando yo quiero. Salgo a la calle y sólo veo gente que sale con fajos de billetes y vuelve sin un duro pero con mil bolsas.Y a veces me gustaría mirar dentro a ver que han comprado para que estén tan felices. Han comprado la felicidad? Lo dudo. El dinero sólo trae problemas. Odio el dinero. Hace que mientras nosotros estemos gastando en tonterías, hay gente en otros lugares del mundo que nunca ha visto un billete... Me parece un espectáculo lamentable =(



Lo siento si a alguien le he molestado con mi comentario xq le gusten las Navidades,pero es que es horrible lo q se gasta... Ahi quedo mi opinión

[Layma]

¿No os habéis sentido alguna vez tan niños y tan viejos? ¿Habéis escuchado alguna vez sus palabras?


- El silencio es el vehículo de la perfección. Él nos permite aprender lo que está dentro de nosotros y escuchar lo que nos dice la vida desde fuera. Porque no podemos construirlo todo desde nuestra soledad y nuestro pensamiento, porque no estamos completos. Por eso hay que escuchar para impedir la pasividad, la intolerancia, el aislamiento, la egolatría, es decir, para adquirir lo que nos permite comprender en lugar de defendernos, y de amar en lugar de atacar. Pero la información se mueve a una velocidad inimaginable: ha eliminado el tiempo, la distancia, el examen, el discernimiento... Y de ahí viene que produzca el efecto contrario al que pretende, que es comunicar: la indiferencia, la confusión, el rechazo, el olvido. Hay gente tan colmada por la inagotable información, que se cree de todo al día, y lo único que ha conseguido es no pensar, no asimilar, y no moverse, teniendo la impresión de no parar...

Igualmente han dejado de escuchar la sabiduría de los que tienen cercanos y de los que más pueden enseñar. Son los ancianos. Hombres y mujeres como nosotros, que pueden equivocarse y caerse, pero también pueden ser útiles. Por supuesto que si nadie confía en ellos, ni los oye, se transformarán en muebles, como muchos de nosotros. Estamos perdiendo lo que tienen de memoria colectiva, estamos dándole codazos pa quitarnoslos de encima, hemos sustituido su experiencia por el consumo, y por nuestra prisa, su sabiduría.

Ya uno es viejo cuando se le considera así y actúa para los demás como los demás esperan que lo haga. Lo mismo que los niños: nadie quiere correr el riesgo de darles un jarrón para que lo muevan de sitio por si lo rompen... Solitarios son los que empiezan y los que concluyen, las dos etapas extremas de la vida: la pura esperanza y la pura desesperación; los niños que no han sido aún admitidos, los viejos que han sido desechados, el todavía no y el ya no...-

[Layma]

Justo antes del alba, la oscuridad de la noche se vuelve implacable, como si no pudieras salir de ella.

-Recuerda: esa culpa que no se concreta, o se concreta en muy pequeñas faltas y sutiles deslices, pero que todo lo tiñe y nos hace desconfiar de todo y de nosotros mismos, además. Esa culpa que consiste más en una actitud que en hechos dignos de confesión. Esa culpa que hasta ahora estuvo oculta o disfrazada, aunque reconocida, y hoy se levanta contra ti. Pereza, cobardía, vanidad, simulación, envolviéndote como una nube que no te deja mirar cara a cara a lo que suponemos será la verdad, o una de las múltiples verdades...
Una vez más acaba, con la luz que asesina la noche, el tiempo de la conformidad, del autoengaño, de los plazos. Los medios fueron falsos o fueron insuficientes. Se cierran los caminos por los que aturdida caminaste. Te envuelve la alta noche negra. La soledad tu única hermana y compañera. Hay una sabor a salitre en tu paladar. Te planteas: "Para llegar aquí, para ésto...". Es cómo si dios te hubiera abandonado en el momento justo de la crucifixión. Cuando ya no te queda más que ofrecer. Sólo pobreza, dolor sordo, impotencia. Se han acabado las palabras: sólo hay silencio: un silencio sin límites, sin el límite que siempre tienen las palabras...-

[Layma]

No quisiera acaparar, pero los recuerdos son los recuerdos. Recordar no es sólo volver a vivir experiencias pasadas, sino también, mediante la magia de los sueños, vivir todo aquello que nunca vivirás... o si.

-“Recordar es mirar la película que se queda grabada en el corazón" oí decir hace años a un profesor no recuerdo de qué. Es volver a vivir, me digo. Hay veces que así lo creo. No tengo una memoria infinita, ni siquiera tengo buena memoria. Cada vez menos soy capaz de recordar lo cotidiano, pareciera que tengo una memoria selectiva que sólo me permite vivir de nuevo en planos efímeros una experiencia, un gesto, una mirada, una caricia, una frase, un beso, lo único que se ancla. El resto, quién o quiénes estaban, qué sucedía, de qué se hablaba desaparece en un mural desenfocado desprovisto de jerarquías… Por la responsabilidad de dirigir diferentes proyectos, en la oficina amarro todo a una agenda, qué se ha hecho, en cuánto tiempo, qué productos faltan, cómo y cuándo pedirlos, reuniones, plazos y plazos y más plazos… Todo a corto y medio plazo, no soy persona de plazos largos, no tengo el don de la paciencia ni de la constancia, no tolero el tiempo de objetivos aplazables. En lo personal no llevo agendas ni cronogramas y en lo sentimental soy un caos absoluto en el que me permito (no puedo ni quiero evitarlo) vivir y revivir sin órdenes ni estructuras… me disgrego en lo que sucede cuando sucede.
Con frecuencia cierro los ojos y estoy en alguna callejuela de Sevilla, de esas que siempre acaban en la Catedral, cruzo una avenida en Londres, o me siento en cualquier piedra de la playa de La Caleta, camino por el Albaizin, saludo a cualquiera de mis vecinos de Conil, me deleito con las risas de los niños en las carreras de caballos de Sanlúcar, subo las escaleras de aquella enorme casa, frente al Parque de la Tete D´or, o bebo una copa en cualquier barra de Madrid…

Sucede también que, cuando parece que me sumerjo en la rutina, exprimo el regalo de la ubicuidad y cierro los ojos y la veo... y te veo...-

[brujita_alc]

Empezaba a desesperarme... o a exhasperarme, no sabría decir qué.


El tiempo y el espacio son dos artificios que la percepción humana utiliza para medir los cambios o el movimiento, que es prácticamente lo mismo. Empeñados en dividir la vida en fragmentos, la clasificamos por meses, días o años, que guardaremos celosamente en cajas de plástico transparente perfectamente etiquetadas y embaladas. Un buen día recapitulamos y hacemos ejercicio de memoria. “Verano del 98”, y automáticamente abrimos la caja para revivir escenas antiguas de recuerdos en blanco y negro.
"Antes" y "después" son conceptos nacidos de la urgente necesidad de poner principio y final a nuestra vida, acotándola hasta la saciedad ¿Por qué un final? ¿Por qué un principio? O lo que es lo mismo. ¿Por qué el regreso o la partida? Al partir expresamos, de manera inconsciente en ocasiones, de manera consciente y explícita en otras, el deseo del regreso. Y al regresar advertimos de nuestra inminente partida. La disolución de ambos conceptos es, a mi entender, imposible. Principio y final, lejos de ser los dos extremos de un mismo concepto son, en definitiva, uno único y maravilloso: la eternidad que nos envuelve, estática, flotante, abrumadora.
Reniego a veces del tiempo y del espacio, tal vez en un vano intento, en este plano de la realidad, de despojarme de las cadenas lineales de la/mí existencia. Como el río de Heráclito, la vida fluye constantemente. Y "constantemente" es la denominación de algo que hemos acotado en el espacio irremediablemente. También el infinito está limitado. Lo limitamos nosotros al despertar de cada sueño.

Y tal vez yo sólo soy parte del sueño de alguien.



Raquel

[Layma]

Sublime, bendita exasperación. (Definitivamente hoy es día de ponerse plasta y pastelosa )


"Nada nuevo", es lo primero que me he dicho al releerlo, creo que el impulso inicial que pretendía se me desviado.


- Percibimos el sabor de los alimentos, los abrazos, nuestra vitalidad y la tierra bajo nuestros pies. A través de nosotros pasa un deseo que nos podría llevar más allá de lo que vemos; pero hay una parte de nuestro ser que, en el mundo de los sentidos y los instintos, se halla seguramente en casa. Seguramente aqui y ahora, o sea en el presente. La vida es presente nada más, me parece. Hasta la eterna, que es presente en estado puro.
Mis días y mis noches me han traído hasta aquí igual que el teclado lleva las letras a la pantalla una a una. Ellos me hicieron hasta llegar a ser un cúmulo de todos los "yoes" que me precedieron. Pero esos "yoes" ya no existen, si viviesen, seguiría vigente alguna etapa del camino recorrido. Dudo si se hace camino al andar o es el camino el que nos hace(pero sin duda lo nuestro es pasar ). Sé que hay que renunciar al camino ya andado... Experiencia temible la de enfrentarse con quien ayer amamos, o con quien ayer fuimos, con la desbordante felicidad que nos colmaron en un presente(ahora pasado) que no regresará jamás. O no bajo la misma forma, porque tampoco existe el mañana. Si llego a ser, no puedo saber como seré. Acaso vendrán días soleados, y todo seguirá siendo lo que es, lo que está siendo: el resto son contrucciones mentales, productos de nuestra memoria o de nuestras esperanzas, y de nuestra desesperación y nuestras ilusiones: válidos, pero efímeros.-

[Layma]

-En muchas ocasiones decimos las cosas, pedimos o lamentamos de corazón. De ésta forma no sólo estamos subrayando algo sino que lo llevamos practicamente al límite de sus posibilidades, y de las nuestras, sin duda. Damos todo en las palabras y nos damos a ellas. Si es de corazón, no es algo fingido ni enmascarado, no es casual o causal; si es de corazón intentamos usar lo "verdadero"como una donación. Es una entrega. Se intuye algo más allá del lenguaje, palpitan las palabras, laten los sonidos y la sangre y con ella la vida fluyen en lo que confiamos que es "verdad". También basta una mirada o un gesto para que, sin atravesar boca alguna, se diga un certero silencio de corazón. Podría ser una culminación de afectos. Nace un vocabulario sin necesidad de otras palabras, que consiste en que tengan más dosis de "verdad" e intensidad que las habituales.
Tanta "verdad", en rigor, tiene que ver con una forma de ser que se corresponde en aquello en lo que consistimos. Coincidimos con nuestras palabras. Al decir de corazón corremos la suerte en lo dicho y en ello nos jugamos lo que somos, incluso quiénes somos. Al hacerlo, el tiempo parece detenerse y el pensar y el sentir se dan la mano con el desear y el querer, con el soñar y el imaginar, y todo parece concluir en alianza.
No es cuestión de encumbrar el sentimentalismo, sino del coraje de ser capaz de corresponder al sentimiento y darle palabra. Es intimidad en acción.
El "sentir" no es ningún signo de debilidad, ni un enemigo de la eficacia. Hasta cualquier mínima decisión tiene más posibilidades de éxito si se toma de corazón-.

Besos... de todo corazón

[cronopio]

"Un momento antes de besarte, un instante para nuestro adiós, no me importa perdérmelo todo, un milisegundo de dolor. Un minuto antes del naufragio, antes de chocar contra el iceberg, mientras la orquesta sigue tocando esa canción titulada 'Ayer'"
(Doctor Divago, "Un minuto antes de la realidad")

"Búscame en la encrucijada, tráete la luz de una vela."
(José Ignacio Lapido, "En algún lugar de la medianoche")



-Un minuto antes de la realidad-

La vida que siempre se consume. Enciendo la vela y en tus ojos se ilumina la penumbra. No existe el recuerdo. Sólo existe la vida. La vida que siempre se consume. La vela que dibuja luz y sombra en tu memoria. La mirada del olvido escondida en la profunda soledad de los deseos.

La vida que siempre se consume.

Atrapemos cada instante de duda detenida al final de cada sueño. Cuando lucha la vigilia por vencer a la consciencia. El espacio indefinible donde habita la esperanza. Imaginando, provocando, transformando, confundiendo realidades que a medida que la cera de la vela se derrite –la vida que siempre se consume- forman parte cada nuevo despertar de ese limbo donde la memoria guarda las derrotas, y naufraga Robinson en el vientre de una ballena mientras Jonás pone en venta su soledad en una isla turística, y todo es posible porque nada es real, o todo es real porque nada es posible. El todo y la nada. La vida que siempre se consume. El espejo reflejando dualidades. La nuestra detenida al final de cada sueño, instalada un minuto antes de la realidad, donde recoge la duda su siembra, y el corazón es finalmente abatido.

Apago la vela, y en tus ojos se desnuda la nostalgia.

+

[Layma]

- ¿Es que no cabe una amistad auténtica entre un hombre y una mujer? Claro que sí, y es señal de madurez el hecho de apreciar y mantener relaciones sin resonancias sexuales. Lo que sucede es que la imagen de la mujer se ha manipulado: o es objeto de apetencia, o se la idealiza como virgen simbólica: o Eva o María, y la realidad de la mujer se escapa por esas dos vertientes. L apolarización separada de los dos sexos ha dado, a ésta cultura dominante, la posibilidad de asignar a la mujer durante mucho un papel inferior y subordinado. La lectura de San Agustín al respecto es cuanto menos sangrante: "Si la mujer no ha sido creada para la creación de los hijos ¿para qué fue creada? ¿No es mejor para convivir y conversar la reunión de dos amigos que la de un hombre y una mujer?".
Lo que San Agustín ignoraba es que un hombre y una mujer pueden ser los mejores amigos.
Por descontado, ser hombre o ser mujer no son accidentes de la persona, porque pertenece a su propia esencia y no es posible tratar de eliminarlos; pero si se puede eliminar la desigualdad, la superioridad y la alienación. Cuando el amor se reduce al deseo, un ser está utilizando lo más secundario del otro: se limita a su superficie; sin embargo cabe una comunión -esa palabra- muy honda y vinculante a través de la intimidad. Y al menos, la crisis de lo que, con error, se estimó masculino y femenino, ya ha terminado. ¿Quién diría que un hombre o una mujer deben ser hoy lo que ayer fueron? ¿En qué consisten uno y otra? Educación, profesión, afecto, tendencias, actitudes y deberes apenas los distinguen, y en el futuro se distinguirán menos. Lo obligatorio se ha convertido en optativo, y en electivo lo que se tomó por esencial. Los mundos opuestos no son ya ni siquiera heterogéneos: ambos sexos aspiran (y suspiran) a lo mismo, porque la naturaleza es así misma sobrenatural.-

[brujita_alc]

Estamos tirando a dar
Destrozamos trincheras hechas de realidad
Viajan mis horas en pompas de jabón
Mientras quemamos incienso

(…)

Estamos tirando a dar
Con nuestros tirachinas contra la realidad
¿Donde podemos esconder nuestro gran botín
de canicas multicolor llenas de rabia y desesperación?

(Tirando a dar, Doctor Divago)


Desperté. He acariciado mis sueños danzando en la niebla. Hemos eternizando el instante, y hemos visto temblar en nuestras manos nerviosas la última página antes del fin. Allí estaré, un minuto antes de la realidad, sosteniendo el tirachinas que destroza los muros infranqueables de la desilusión y el desencanto. Sentada al borde del precipicio, con la mueca irónica del perdedor dibujada en los labios, contemplando el vacío bajo mis pies. Mantengo el equilibrio, otra vez. Siempre.

Desperté. Escribí todos mis sueños. Abrazo mi oso de peluche y me observo en el espejo. No fui otra, no seré otra. Simplemente soy la niña que siempre imaginaste, instalada de espaldas a la realidad. Tratando a duras penas de sobrevivir al olvido, siguiendo las baldosas amarillas o atravesando, como cada noche, el espejo.

Desperté. He cerrado los ojos y he vuelto a ver tu imagen reflejada en el estanque. Fabricamos recuerdos futuros y pequeñas dosis de dulce nostalgia para combatir el olvido. Mientras, la hoguera de sueños que una vez encendimos, sigue iluminando la noche. Ilusiones que nunca se apagan, renovadas. Dejemos sonar la música una vez más. Siempre una vez más, sólo una.

Desperté, a tu lado. Y seguiremos soñando mientras dure el instante.


Raquel

[Layma]

Déjame asomar a tu sueño, amor,
ver al mundo opinar.
Ver lo que no vi, ser lo que no fui,
en tu amor naufragar.
Entregarme al vértigo salvaje
de una astronomía razonable...
-Astronomía Razonable-1993- El Último de la fila-.

Si, soy capaz de sostener una mano entre las mías. Y hay en mi pecho auroras impacientes por llegar, por salir, por entregar. Si, ya está todo en orden, ¿qué más puedo pedir? ¿qué es lo que falta?
Un agridulce surco germina dentro de mi, y me agranda y me devora, y me deja, a la tarde, entre tinieblas, triste y a solas de repente, en medio de una frase de amor. Un murmullo que parte en dos el beso, se levanta débil y luego a llamaradas, a mordiscos llena de necesarias heridas la hermosa promesa.
Alguien sonríe al lado mío. No, es dentro de mi. Sin saber porqué miro, de nuevo por la ventana: en la playa un niño juega a levantar torres de arena.

[dejedi-M]

Supongo que esto va aquí es que no lo considero ni relato, ni... no sé. Aquí queda. Es una improvisación

"Imagino lo que debiera suponer para ti. Nos lo cuentas como anécdota y no puedes evitar que se escape una lágrima, de aquellas invisibles como sólo puede poseer quien haya llorado inescrutables océanos, más lágrimas que lluvia en años. Conozco poco de tu historia, y sin embargo ahora te siento tan cerca...
Porque en tus ojos puedo leer que no fue ninguna anécdota. 25 años han pasado y lo tienes tan presente como aquella llamada anunciando el fuego... Porque viste, desde la lejanía de la ciudad, morir allí una parte de ti y de tu pasado... por eso, por eso te siento tan cerca, más persona, no sólo una máquina que viene, da su clase, nos grita, y se va. No. Persona. Ese significado tan... especial, de la palabra persona.
Murmuras algo entre dientes y miras al cielo, un cielo que sólo tú puedes ver, el cielo en el campo, claro y sin nubes, un cielo eternamente infinito, un cielo donde descansa él. Otra persona, que se hacía llamar tu padre, que quizá lo fuera, o quizá no, no lo sé; y se te inundan los ojos de lágrimas por un momento, pero sabes que no puedes llorar, no ahora, no aquí.
Cuentas en otro idioma cómo ardieron todos tus recuerdos. Y pienso, debió ser un ático precioso, lleno de colecciones, de libros, y con aquel tan poco silencioso secreto en el falso techo. Una de ellas, nos explicas, era de calendarios. E imagino que todavía debes coleccionar alguno, de tanto en tanto; no a cientos como antaño, pero al sacar la cartera y enseñarnos un par, todos intuímos que es algo que nunca has dejado de hacer. Después, posavasos; y recuerdo un posavasos muy especial para mí, y me pregunto ¿tendrías algún preferido? ¿Quizá aquel con un ligero boceto veraniego, o quizá aquel otro de alegres colores? No lo sé. También nos hablas de cartas, cientos de cartas... aquello era un pueblo pequeño, dices, un pueblo grande para estar rodeado de pueblos tan diminutos, pero para el mundo, el tuyo era un pueblo pequeño, apenas trescientos habitantes ¿qué es eso hoy en día? 300 vidas, 300 historias que contar, historias que nadie escuchará jamás, al menos la mayor parte; hoy escuchamos una muy especial... un fragmento, tan sólo. Pero no nos desviemos; de cartas hablaba. Sí... te carteabas con gente de los pueblos colindantes, se te ve orgullosa; tal vez surgiera de esas letras, de esos papeles ahora ahumados o destruidos, una buena amistad. ¿Quién puede saberlo?
Nos cuentas todo esto, pero a nadie le ha pasado por alto el detalle del falso techo. Quizá quieres que te preguntemos, y por eso lo hago. Tus ojos brillan, sé que estás recordando.
Abejas. Convivías con abejas... se hace extraño, pienso, para niños de ciudad, escuchar que alguien pueda convivir con abejas y no morir en el intento. Pero, sí... así es, en el falso techo había un gran, gran, panal de abejas. Y una vez al año, un experto venía a recoger la miel. Leo en tus ojos la añoranza al recordar el pedacito de panal que todavía guardas en tu casa, en un tarro.
En aquellos momentos, nadie te lo dijo; tampoco lo hará nadie ahora; pero secretamente apunto en el libro... "Se sentía tan bien que pensaba guardar en tarros de miel todo lo vivido"
Ahora no eres más que una sombra de aquella adolescente llena de ilusiones que se intuye dentro de ti. La vida no te ha tratado bien. Quién sabe si al volver a casa no sacarás unos cuantos recuerdos, y alguna fotografía, y te echarás a llorar. Ha pasado medio siglo desde que llegaste al mundo envuelta en llantos y al fin y al cabo eso no ha cambiado, ¿verdad que no me equivoco?
Palabras que nunca llegarás a leer, pero, qué más da. Es la tuya una vida realmente interesante... suficiente para conmover a cinco adolescentes a las ocho y media de la mañana. Felicidades."