Un par de días después me hice con este libro, que de momento sólo he ojeado, pero que pinta muy bien ^^AIDA_cantasaetas wrote:Míriam, ahora que te veo por aquí, en el curso de TGD, TGC, etc. varios ponentes recomendaron este libro, con el que espero hacerme en cuanto tenga ocasión: Los patitos feos: la resilencia; una infancia infeliz no determina la vida Me acordé mucho de ti, ya te contaré qué tal
También aproveché para renovar mi biblioteca de poesía y compré El infierno es un lugar solitario, de Bukowski, Tara, de Elena Medel, Playstation de Cristina Peri Rossi, una Antología poética de Ángel González y otra de de Caballero Bonald.
La verdad es que estoy encantada con todos, aunque sigo pensando que Elena Medel es un diamante en bruto y que sus poemas son bastante irregulares (tiene versos que me fascinan, aunque a veces me cuesta encontrarlos entre estrofas innecesarias)
Con Ángel González y Caballero Bonald vuelvo a quitarme el sombrero. Me pasa igual que con Benedetti: de ellos me gusta prácticamente todo lo que leo.
Peri Rossi me fascinó gracias a su poema Arqueología amorosa y no pude evitar comprarme el libro para conocer un poco más de ella. El resultado me sorprendió favorablemente, aunque entiendo que su poesía pueda parecer vulgar a gente que esté acostumbrada a leer poetas más clásicos. Yo, por mi parte, le seguiré la pista de cerca.
Por otro lado, el otro día leí El bello verano, de Cesare Pavesse y la verdad es que me decepcionó bastante. Últimamente había estado tirando de libros que sabía que eran una apuesta segura y, quizás por eso, al no ver cumplidas mis expectativas, terminé el libro, incluso, con un punto de indignación.
Luego busqué información ("si es una obra tan mítica el problema debe estar en mí", pensé) y me di cuenta de que, efectivamente, se me habían escapado cosas, por falta de contextualización o yo qué sé de qué, y donde los expertos ven una novela en que "la palabra más humilde resulta polisémica y, leyéndola, el lector no asume su mero significado sino que se deja llevar por sus sentidos" yo he visto una historia narrada de manera tan ambigua que parece mal explicada. Donde ellos ven "una prosa evocadora y lírica, sutil y de una deseada monotonía" yo veo una prosa monótona e irrelevante que pasa sin pena ni gloria. Y lo que ellos ven "como un capítulo de la educación sentimental" a mí me parecen episodios con los que me resulta imposible identificarme (aunque ahí no creo que tengamos la culpa ni Pavesse ni yo, sino el salto generacional y esas cosas)
En definitiva, que aunque no descarto una relectura dentro de algunos años y seguramente sea debido a mi desconocimiento, hacía tiempo que una novela no me decepcionaba tanto. Si alguien más la ha leído o conoce la literatura de Pavesse y puede arrojar un poco de luz sobre el asunto me haría un favor, porque ando un poco desconcertada.
No es un volumen ejemplar si se trata de rastrear el neorrealismo en el que las monografías académicas dan cobijo al narrador turinés, si bien algunos de los postulados centrales del movimiento –revelar la realidad social italiana contemporánea, reflejar las clases obreras y populares y resultar accesible a un público vasto– están fuera de toda duda en las páginas de las tres nouvelles en las que Pavese dio rienda suelta a lo que en realidad le interesaba, concebir un “realismo simbólico” que fuera capaz de trascender objetos y personajes elevándolos a la categoría de universales, lograr que la palabra más humilde resulte polisémica, y que, leyéndola, el lector no asuma su mero significado y se deje llevar por sus muchos sentidos, evocaciones y ecos (“mis palabras han sido sólo sensaciones”, dice Pavese en El oficio de vivir, Seix-Barral, Barcelona, 2001, p. 45), pues al fin y al cabo, “escribir es poner en las palabras toda la vida que se respira en este mundo”. El bello verano es una deliciosa novelita en la que el espíritu de la frase anterior –todo un manifiesto literario– y los mencionados postulados neorrealistas saltan a la vista. En su huida del naturalismo y sus obsesiones arquitectónicas y psicológicas, Pavese sugiere una trama sumamente endeble que progresa en forma de capítulos breves, à la mode del folletín (género con el que este relato coquetea, siquiera de modo inconsciente) y un poco a la manera de las suites poéticas.
[...]
La de El bello verano es una prosa evocadora y lírica, sutil y de una deseada monotonía, impregnada de símbolos que trascienden los detalles más prosaicos, como la de Vittorini, que va más allá insinuando lo que ni siquiera precisa escribir, que escarba en la complejidad del amor y de las relaciones humanas, terrenos en los que el inquieto piamontés, como sus trágicos personajes, fracasó de forma estrepitosa. Con el manierismo de su lenguaje falsamente popular y su envidiable y tantálico sentido del ritmo narrativo escribe, en fin, una historia sin duda modesta, aunque Pavese quiso pensar que no del todo baldía, de cara a su aspiración de que acabase leyéndose como un aviso a cuantos navegantes se acercan como Ginia a las costas de la madurez, como un capítulo de la educación sentimental con la que un día convino confundir la literatura.