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Para poner en marcha el trabajo cooperativo debemos empezar planteándonos una serie de cuestiones:
- Qué puedo hacer para que mi manera de enseñar responda mejor a las necesidades de cada uno de los alumnos?
- Qué metodologías son más eficaces?
- Qué se puede hacer en el aula para que todos aprendan significativamente?
A grosso modo, algunas ideas a tener en cuenta podrían ser las siguientes:
Variedad: Dar más posibilidades de respuesta. Dejar a un lado la idea de que todos tienen que aprender lo mismo al mismo tiempo y poner en práctica un tipo de enseñanza en la que cada alumno tenga la oportunidad de ir avanzando según su propio ritmo de aprendizaje.
Independencia: Un factor básico para llevar a cabo el trabajo cooperativo es estructurar la clase de manera que sea fácil de seguir de manera independiente, consiguiendo así que el profesor tenga más tiempo libre para atender a los alumnos que más lo necesiten, mientras todos están trabajando. Claro está que también puede haber momentos en que se dirija a todo el grupo-clase, pero no debe ser esta la única manera de actuar del profesor.
De esta manera se aumenta la autonomía de los alumnos, mientras que el profesor no deja de hacer su trabajo, sino que cambia la manera de hacerlo: ahora en lugar de ser la fuente de sabiduría de la que todos deben aprender pasará a ser un guía, un orientador que dispondrá del tiempo necesario para atender de manera más individualizada a sus alumnos sin necesidad de ocupar tiempo de su horario no lectivo.
Un mismo currículum: Los contenidos que deberán estudiar los niños serán los mismos para todos, es decir, nada de hacer programas especiales para alumnos especiales (de esta manera se estaría discriminando, categorizando, poniendo límites al aprendizaje de esos niños) Que las diferencias existen es un hecho, la clave está en aprender a trabajar con ellas. A simple vista puede parecer que esta idea se contradice con la individualización, pero no es así: los objetivos de cada uno deben diferentes, adecuados a las características individuales, pero partiendo siempre de una base común, de unos contenidos que son los mismos para todos y a los que cada cual saca provecho de una manera concreta, según sus necesidades.
Por otra parte, a la hora de planificar las actividades y las situaciones de aprendizaje, es clave la organización del grupo-clase. Algunos elementos a tener en cuenta son los siguientes:
Observación: Es imprescindible que el profesor observe a los alumnos mientras aprenden porque, como decía al principio del post, cada uno tiene una manera concreta de aprender, un estilo de aprendizaje característico. Así pues, hay que observar a los niños para poder adaptarles las clases de la manera que más favorezca el estilo de cada uno.
Variedad de actividades: Como he dicho antes, no tienen por qué hacer todos lo mismo a la vez. En un primer momento puede parecer caótico hacerlo de otra manera, pero si se consigue un buen control de la clase es muy, muy efectivo que en un mismo espacio y tiempo diferentes alumnos realicen distintas actividades, que pueden pertenecer o no a la misma asignatura.
Autonomía: El profesor da responsabilidades a los alumnos, de manera que puedan elegir la opción que más se adecue a sus necesidades, mientras el profesor puede realizar una utilización más eficaz del tiempo, dedicándose a los alumnos que lo necesiten en cada momento. Al darles independencia, además, los alumnos suelen implicarse de manera más directa, sintiéndose responsables de su propio proceso de aprendizaje (aunque ellos, lógicamente, no sean conscientes de ello)
Sé que contado así suena todo muy bonito y que a la hora de llevarlo a la práctica no es tan fácil, pero yo he participado en situaciones de aprendizaje como estas y doy fe de que, llevado a cabo de manera adecuada, es el método más efectivo que conozco.
Con un ejemplo a lo mejor es más fácil ponerse en situación: En una clase tradicional toca Matemáticas. El profesor llega, se sienta en su mesa y les dice a los alumnos (sentados en filas frente a la pizarra) que abran el libro por la página tal. Ellos lo hacen y el profesor explica la lección del día, de igual manera para todos. Más de la mitad de los niños se pierden y desconectan a los cinco minutos.
Traslademos esa situación al aprendizaje cooperativo: En primer lugar, la organización de la clase es distinta (por ejemplo, en cuatro grupos de cinco) No toca clase de Mates, porque en cada uno de los grupos se da una asignatura distinta, sobre la que los alumnos tienen que hacer diversos ejercicios. El profesor va pasando por los grupos y resolviendo las dudas que cada cual tenga sobre la materia que está estudiando.
De esta manera, además, en los grupos en los que en un momento determinado no está el profe se generan debates y discusiones entre iguales que dan lugar a reflexiones mutuas, a intercambio de ideas. En el caso de que los alumnos se copien es mucho más fácil darse cuenta, puesto que los grupos son de pocos y al darles atención individualizada te das cuenta de si han comprendido o no los conceptos. Por otro lado, este tipo de trabajo facilita la flexibilidad, la socialización, la cooperación...
Algunos ejemplos más concretos de organización del trabajo cooperativo son los proyectos, los rincones, las estaciones, la tutoría entre iguales, los agrupamientos flexibles... Si alguien ha sido capaz de leer toda la parrafada y le interesa el tema puedo pasarle alguna información al respecto.
Perdón por el tostón, espero que al menos se haya entendido algo
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