Me declaro nacionalista de la patria Tierra
El sentimiento nacionalista no es intrínsecamente positivo ni negativo.
Hay numerosos pueblos que luchan y sufren para que se les reconozca su autonomía, como única forma de salvaguardar su legado ético y cultural ante la agresión de los estados-nación que reprimen su vocación y virtud de darse al mundo con identidad propia. Opino que esta suerte de nacionalismo, defensivo y pacífico, es necesario y sirve al rescate cultural y a la administración de un mundo más justo.
Algo parece claro: un nacionalismo siempre se opone a otro nacionalismo.
Frente a las maneras de expresión nacional de los pueblos oprimidos están las de aquellos otros nacionalismos ofensivos que las han provocado. Por ello es que conviene diferenciar entre nacionalismos ofensivos y defensivos, entre nacionalismos excluyentes e incluyentes, y aquellos que abusan de ambas maneras. (Aunque no soy amigo de las clasificaciones, considero que conviene distinguirlos para poder contrarrestarlos, en la labor de aclarar un asunto de suma importancia para la Humanidad…). Así, nacionalismos incluyentes los practican aquellas naciones con aspiraciones de incluir en su jurisdicción a otros pueblos o naciones, y los nacionalismos excluyentes se generan en aquellas regiones del planeta cuya ciudadanía alberga sentimientos xenófobos, a menudo como consecuencia de la dominación sufrida.
Pregúntese cada quien en qué lugar está…
Sin embargo, resulta paradójico que los nacionalismos ofensivos imputen a los meramente defensivos que sus (naturales y legítimas) aspiraciones vayan en contravía del proceso de unión internacional (…), cuando son los pueblos y no los estados nacionales quienes tienen la vocación de unir y compartir, cuando a ningún pueblo se le puede negar el derecho soberano a establecer pactos o suscribir acuerdos con otros pueblos o naciones; en definitiva, cuando los pueblos suman y multiplican allá donde las naciones dividen (…)
En consecuencia, si los pueblos oprimidos no esgrimen nacionalismo defensivo como recurso pacífico, la Humanidad se quedará sin sus pueblos, y, por ende, sin su cultura y su ética universales (…)
Pero muchos de los pueblos que anhelan recuperar su identidad nacional no siempre han optado a ella de un modo pacífico, casi siempre por no haber dispuesto de ese espacio, necesario en democracia… (Esta reflexión servirá para explicar la violencia ejercida por algunos pueblos oprimidos, pero no la justificará en modo alguno). Estamos hablando de los nacionalismos defensivos pero violentos, potencialmente justificables por el Derecho Internacional como justificadas están las guerras defensivas… Es el caso de irlandeses, vascos, kurdos, palestinos, mayenses, tamiles, hutus, tutsis, saharauis, corsos, chechenos, y tantos otros pueblos sometidos que optaron por la vía armada como respuesta a las naciones que incumplen los acuerdos internacionales suscritos. Me refiero al derecho a la autodeterminación que todo pueblo tiene bajo los incuestionables principios democráticos basados en el respeto a la voluntad de las mayorías y en un ámbito de decisión propio.
Y bien, ¿cree usted que los nacionalismos defensivos están en contradicción con un internacionalismo de espíritu generoso? Yo opino que en modo alguno, ya que el principal argumento de los pueblos reside, precisamente, en su vocación de darse a los demás, la que nos llevaría a un internacionalismo basado en un espíritu solidario de unidad en la diversidad que sólo ellos y algunas personas tienen.
Por el contrario, ¿están dispuestas las naciones, éstas que son dueñas de prácticas e ideologías nacionales ofensivas, racistas o imperialistas, a compartir su soberanía con las demás naciones en procura de ese internacionalismo, puramente estratégico, que predican?…
Nuestra experiencia con la ONU nos dice que tal cosa es una quimera.
Si de algo sirviera, puedo asegurar que en mi persona no existe contradicción alguna entre mi identidad nacional vasca y la que tengo como ciudadano del planeta Tierra. De plano, extiendo mi sentimiento por todo el planeta porque antes llegué a gozarlo con mi propio Pueblo. De facto, dejaré de ser un nacionalista vasco en el instante mismo en que la gente de mi país sea dueña de su destino colectivo. De hecho, ante los nacionalismos que impiden el progreso de la Humanidad y ante el poder insensato de los imperios, me declaro, asimismo, un nacionalista de la patria Tierra.
~ por Iñaki Etxebarria en 29, Enero 2009. (Fusilado de
su blog)