desde Aznar sa ido
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desde Aznar sa ido
Pos eso k me aburro xk desde k a ganao el PSOE ya no hay foros criticando al gobierno y me aburro jejejeje
eso si prefiero aburrirme a tener unm tio tan capullo de presidente
¿No os pasa eso?
eso si prefiero aburrirme a tener unm tio tan capullo de presidente
¿No os pasa eso?
Hasta los cojones
Hasta las pelotas
De tanta "P"
De tanta Gaviota
Hasta las pelotas
De tanta "P"
De tanta Gaviota
Bueno puestos a criticar se podrian ir todos los politicos a una mina un mesecito q no estarian nada mal y aznar el primero con jorgito y blair. O se podrian tirar al rio o al mar ya q estamos. Bueno despues d esto deciros q si no teneis una cancion d la polla records q se llama la solucion final bajarla q da su opinion sobre donde tendrian q estar los politicos.
Desconéctame a esta estupidez
Otro electroshock, no hay nada ke hacer
Estoy rígido, no tengo pulso
Luz artificial, soy automático.
Vivo sometido y cada día desayuno con PROZAC
Cuando piensas ver mi frustración.
Otro electroshock, no hay nada ke hacer
Estoy rígido, no tengo pulso
Luz artificial, soy automático.
Vivo sometido y cada día desayuno con PROZAC
Cuando piensas ver mi frustración.
Jejejeje, odio a los partidos políticos...
toma, si te aburres, leéte esto si quieres, es un artículo que escribió Pérez Reverte este Domingo, ahí hay unas cuantas cosas que me incitan a detestar a los partidos políticos, sobre todo en el último párrafo.
Por qué me gustaría ser francés
Hay días en que apetece ser cualquier cosa menos español. Hasta italiano, fíjense, a pesar de Berlusconi, el Vaticano y toda la parafernalia. Por lo menos allí las cosas están claras: un Gobierno que nada tiene que ver con la vida real, una vida real que nada tiene que ver con el Gobierno, y la gente a lo suyo. Más o menos como aquí, con una notable diferencia: los italianos saben perfectamente de dónde vienen. Son escépticos y sabios. Comen pasta, respetan a sus madres, saben sobrevivir en la derrota y en el caos, tienen sentido del humor, practican con riguroso pragmatismo el arte del vive y deja vivir, y aunque tienen, como nosotros, un alto porcentaje de mangantes, demagogos y soplapollas por metro cuadrado, allí la mangancia se practica abiertamente –fíjense en el presidente que gastan mis primos– y uno sabe siempre a qué atenerse. En cuanto a la demagogia y la soplapollez, los políticos, los intelectuales, las feministas de piñón fijo y otras especies socialmente correctas recurren a ellas tanto como aquí, claro. La diferencia es que allí todo el mundo escucha muy serio, luego se guiña un ojo y sigue a lo suyo, sin que de verdad se lo crea nadie.
Pero si he de serles franco –observen el astuto juego de palabras–, preferiría ser gabacho. Lo que más me gusta de los vecinos es que, cuando la revolución aquella de hace un par de siglos, a base de mucha Enciclopedia, mucho aristócrata y mucho cura guillotinados, y mucha leña al mono hasta que –nunca mejor dicho– habló francés, decidieron que una república es una cosa seria, colectiva y solidaria, y que la verdadera nación es la historia en común y el equilibrio de los derechos y obligaciones de todos y cada uno de los individuos que la componen. Que tonterías, las justas. Que el ejercicio de la autoridad legítima es perfectamente compatible con la democracia. Que la cultura de verdad –no la cateta de cabra de campanario– significa ciudadanía responsable y libertad, y que al imbécil o al malvado que no desea ser culto y libre, o no deja que otros lo sean, hay que hacerlo culto y libre, primero con persuasión y luego, si no traga, dándole hostias hasta en el cielo de la boca. Así lo hicieron los vecinos en su momento, y todo quedó muy claro. Eso es lo que ahora permite, por ejemplo, que en la fachada de cada colegio gabacho ondee con toda naturalidad una bandera francesa. Y mucho ojo. Esa bandera como tal me importa una mierda. Estoy hablando de lo que supone como símbolo y como compromiso. Las verdaderas democracias no tienen complejos.
Por eso me hubiera gustado ser francés hace unas semanas, el día que entró en vigor la ley prohibiendo el uso del velo en los colegios públicos de allí. En un ejercicio admirable de civismo republicano, los dirigentes musulmanes franceses dijeron a sus correligionarios que, incluso pareciéndoles mal la ley, aquello era Francia, que las leyes estaban para cumplirlas, y que quien se beneficia de una sociedad libre y democrática debe acatar las reglas que permiten a esa sociedad seguir siendo libre y democrática. Así, todo transcurrió con normalidad. Al llegar al cole las chicas se quitaban el velo, o no entraban. Y oigan. No hubo un incidente, ni una declaración pública adversa. Políticos, imanes, alumnos. Ese día, todos de acuerdo: Francia. Y ahora imaginen lo que habría ocurrido aquí en el caso –si hubiese habido cojones para aprobar esa ley, que lo dudo– de prohibirse el velo en las escuelas públicas españolas. Cada autonomía, cada municipio y cada colegio aplicando la norma a su aire, unos sí, otros no, gobierno y oposición mentándose los muertos, policías ante los colegios, demagogia, mala fe, insultos a las niñas con velo, insultos a las niñas sin velo, manifestaciones de padres, de alumnos, de sindicatos y de oenegés lo mismo a favor que en contra, el Pepé clamando Santiago y cierra España, el Pesoe con ochenta y seis posturas distintas según el sitio y la hora del día, los obispos preguntando qué hay de lo mío, ministros, consejeros y presidentes autonómicos compitiendo en decir imbecilidades, Llamazares largando simplezas sobre el federalismo intrínseco del Islam, Maragall afirmando la existencia de un Mahoma catalán soberanista, Ibarretxe diferenciando entre musulmanes a secas y musulmanes y musulmanas vascos y vascas, y los programas rosa de la tele, por supuesto, analizando intelectualmente el asunto.
Lo dicho, oigan. Francés.
(Arturo Pérez Reverte, Domingo 26/9/2004 en El Semanal)
Saludos
toma, si te aburres, leéte esto si quieres, es un artículo que escribió Pérez Reverte este Domingo, ahí hay unas cuantas cosas que me incitan a detestar a los partidos políticos, sobre todo en el último párrafo.
Por qué me gustaría ser francés
Hay días en que apetece ser cualquier cosa menos español. Hasta italiano, fíjense, a pesar de Berlusconi, el Vaticano y toda la parafernalia. Por lo menos allí las cosas están claras: un Gobierno que nada tiene que ver con la vida real, una vida real que nada tiene que ver con el Gobierno, y la gente a lo suyo. Más o menos como aquí, con una notable diferencia: los italianos saben perfectamente de dónde vienen. Son escépticos y sabios. Comen pasta, respetan a sus madres, saben sobrevivir en la derrota y en el caos, tienen sentido del humor, practican con riguroso pragmatismo el arte del vive y deja vivir, y aunque tienen, como nosotros, un alto porcentaje de mangantes, demagogos y soplapollas por metro cuadrado, allí la mangancia se practica abiertamente –fíjense en el presidente que gastan mis primos– y uno sabe siempre a qué atenerse. En cuanto a la demagogia y la soplapollez, los políticos, los intelectuales, las feministas de piñón fijo y otras especies socialmente correctas recurren a ellas tanto como aquí, claro. La diferencia es que allí todo el mundo escucha muy serio, luego se guiña un ojo y sigue a lo suyo, sin que de verdad se lo crea nadie.
Pero si he de serles franco –observen el astuto juego de palabras–, preferiría ser gabacho. Lo que más me gusta de los vecinos es que, cuando la revolución aquella de hace un par de siglos, a base de mucha Enciclopedia, mucho aristócrata y mucho cura guillotinados, y mucha leña al mono hasta que –nunca mejor dicho– habló francés, decidieron que una república es una cosa seria, colectiva y solidaria, y que la verdadera nación es la historia en común y el equilibrio de los derechos y obligaciones de todos y cada uno de los individuos que la componen. Que tonterías, las justas. Que el ejercicio de la autoridad legítima es perfectamente compatible con la democracia. Que la cultura de verdad –no la cateta de cabra de campanario– significa ciudadanía responsable y libertad, y que al imbécil o al malvado que no desea ser culto y libre, o no deja que otros lo sean, hay que hacerlo culto y libre, primero con persuasión y luego, si no traga, dándole hostias hasta en el cielo de la boca. Así lo hicieron los vecinos en su momento, y todo quedó muy claro. Eso es lo que ahora permite, por ejemplo, que en la fachada de cada colegio gabacho ondee con toda naturalidad una bandera francesa. Y mucho ojo. Esa bandera como tal me importa una mierda. Estoy hablando de lo que supone como símbolo y como compromiso. Las verdaderas democracias no tienen complejos.
Por eso me hubiera gustado ser francés hace unas semanas, el día que entró en vigor la ley prohibiendo el uso del velo en los colegios públicos de allí. En un ejercicio admirable de civismo republicano, los dirigentes musulmanes franceses dijeron a sus correligionarios que, incluso pareciéndoles mal la ley, aquello era Francia, que las leyes estaban para cumplirlas, y que quien se beneficia de una sociedad libre y democrática debe acatar las reglas que permiten a esa sociedad seguir siendo libre y democrática. Así, todo transcurrió con normalidad. Al llegar al cole las chicas se quitaban el velo, o no entraban. Y oigan. No hubo un incidente, ni una declaración pública adversa. Políticos, imanes, alumnos. Ese día, todos de acuerdo: Francia. Y ahora imaginen lo que habría ocurrido aquí en el caso –si hubiese habido cojones para aprobar esa ley, que lo dudo– de prohibirse el velo en las escuelas públicas españolas. Cada autonomía, cada municipio y cada colegio aplicando la norma a su aire, unos sí, otros no, gobierno y oposición mentándose los muertos, policías ante los colegios, demagogia, mala fe, insultos a las niñas con velo, insultos a las niñas sin velo, manifestaciones de padres, de alumnos, de sindicatos y de oenegés lo mismo a favor que en contra, el Pepé clamando Santiago y cierra España, el Pesoe con ochenta y seis posturas distintas según el sitio y la hora del día, los obispos preguntando qué hay de lo mío, ministros, consejeros y presidentes autonómicos compitiendo en decir imbecilidades, Llamazares largando simplezas sobre el federalismo intrínseco del Islam, Maragall afirmando la existencia de un Mahoma catalán soberanista, Ibarretxe diferenciando entre musulmanes a secas y musulmanes y musulmanas vascos y vascas, y los programas rosa de la tele, por supuesto, analizando intelectualmente el asunto.
Lo dicho, oigan. Francés.
(Arturo Pérez Reverte, Domingo 26/9/2004 en El Semanal)
Saludos
Nunca sabremos si verlo todo negro es una deformación óptica o una forma de lucidez, pero sabemos que no conviene tener ese punto de vista. (Fernando Alcántara)
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Totalmente de acuerdo. Joder cuando habrá un politico bueno, q no se venda al mejor postor y q no mire solo por sus intereses, sino x el del pueblo... Creo q estoy soñando...BeSo_DeL_iNfIeRnO wrote:si sk no hay politicos wenos, solo malos y menos malos....
Fuí a los bosques porque quería vivir la vida a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, olvidar todo lo que no fuera la vida para no llegar a la muerte descubriendo que no había vivido.
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Hombre no creo que nunca haya un politico bueno para todo el mundo, porque me podriais definir que es bueno y que es malo? Obviamente interviene la persona que lo analice. Del PSOE no es que se pueda, es que hay que critcarlos, que no se crean que por decir que son de izdas lo son, y que no se crean que lo estan haciendo tan bien.
PD.- Creo que un partido que cuenta entre sus personas mas representativas con un señor como Bono(digan lo que digan a mi me parece mas de derechas que algunos de los discipulos de "El hombre de cromangon" D.Fraga y de "mr.Quiero ser como George" mr.Ansar), no es muy de izquierdas. Que coño, que los capitalistas no son de izdas!!!!!
PD.- Creo que un partido que cuenta entre sus personas mas representativas con un señor como Bono(digan lo que digan a mi me parece mas de derechas que algunos de los discipulos de "El hombre de cromangon" D.Fraga y de "mr.Quiero ser como George" mr.Ansar), no es muy de izquierdas. Que coño, que los capitalistas no son de izdas!!!!!
Cuando la muerte venga a visitarme,
no me despiertes déjame dormir,
aquí he vivido, aquí quiero quedarme,
pongamos que hablo de Madrid.
no me despiertes déjame dormir,
aquí he vivido, aquí quiero quedarme,
pongamos que hablo de Madrid.
y xq en vez de esperar como agua de mayo al politico q nos sake las castañas del suelo y al partido q nos represente,xq no somos nosotros nuestros priopios representenates e intentamos cambiar poko a poko la socieedad en la q vivimos creando disidencias con la autoridad y sinergias con las fuerzas de izkierda.
ORGANIZATE Y LUCHA!!!
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"No es ateo el que desprecia a los dioses del vulgo, sino quien abraza las ideas del vulgo acerca de los dioses".